LECTURAS DEL LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA 1 DE ABRIL (BLANCO)

 

"No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán".




Lunes de la Octava de Pascua  MR, p. 345 (347) / Lecc. I, p. 854



SAN HUGO DE GRENOBLE OBISPO

ANTÍFONA DE ENTRADA

El Señor resucitó, como lo había predicho; llenémonos de gozo y de alegría, porque reina eternamente. Aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que haces crecer siempre a tu Iglesia dándole nuevos hijos, concédenos la gracia de vivir de acuerdo con la fe que recibimos en el sacramento del bautismo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

A este Jesús, Dios lo ha resucitado, y de ello somos testigos.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 14. 22-33


El día de Pentecostés, se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y levantando la voz, dijo: "Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por medio de Él y que ustedes bien conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la cruz.


Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. En efecto, David dice, refiriéndose a Él: Yo veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que Él está a mí lado para que yo no tropiece. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua se alboroza; por eso también mi cuerpo vivirá en la esperanza, porque tú, Señor, no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que tu santo sufra la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida y me saciarás de gozo en tu presencia.

Hermanos, que me sea permitido hablarles con toda claridad. El patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento que un descendiente suyo ocuparía su trono, con visión profética habló de la resurrección de Cristo, el cual no fue abandonado a la muerte ni sufrió la corrupción. Pues bien, a este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido a Él y lo ha comunicado, como ustedes lo están viendo y oyendo". 

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


Del salmo 15

R/. Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya.


Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia; mi vida está en sus manos. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré. R/.

Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción. R/.

Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R/.

SECUENCIA opcional

Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la víctima propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado, que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la vida, triunfante se levanta.

“¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?” “A mi Señor glorioso, la tumba abandonada.

Los ángeles testigos, sudarios y mortaja.¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua”.

Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda.


Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.


ACLAMACIÓN Sal 117, 24




R/. Aleluya, aleluya.


Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.







Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán.

Del santo Evangelio según san Mateo: 28, 8-15


Después de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán".


Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a la ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Éstos se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de dinero a los soldados, con estas instrucciones: "Digan: ‘Durante la noche, estando nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron el cuerpo’. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos arreglaremos con él y les evitaremos cualquier complicación".

Ellos tomaron el dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas. Esta versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos hasta el día de hoy.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Recibe, Señor, con bondad, las ofrendas de tu pueblo y haz que, renovados por la confesión de tu nombre y por el bautismo, consigamos la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de Pascua

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado.


Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.


Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo …

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Rm 6, 9

Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre El. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Que la gracia de este sacramento pascual fructifique, Señor, en nuestros corazones para que podamos corresponder a los dones de tu amor, que nos abrió el camino de la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.


La despedida se hace como el día de Pascua.
Published in: on 31 marzo, 2024 at 15:40  Comments (1)  

LECTURAS DEL DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR 31 DE MARZO (BLANCO)

 

¡RESUCITÓ ALELUYA!




MR, p. 339 (345) / Lecc. I, p. 206 LH, Semana I del Salterio



SAN BENJAMÍN DIÁCONO Y MÁRTIR

Misa del día

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 138, 18. 5-6

He resucitado y estoy contigo, aleluya: has puesto tu mano sobre mí, aleluya: tu sabiduría ha sido maravillosa, aleluya, aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que por medio de tu Unigénito, vencedor de la muerte, nos has abierto hoy las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos la solemnidad de la resurrección del Señor, resucitar también en la luz de la vida eterna, por la acción renovadora de tu Espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Hemos comido y bebido con Cristo resucitado.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 10, 34. 37-43


En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él. Nosotros somos testigos de cuanto Él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que Él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con Él después de que resucitó de entre los muertos.

Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en Él reciben, por su medio, el perdón de los pecados".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 117

R/. Éste es el día del triunfo del Señor. Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R/.

La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. R/.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/.

Busquen los bienes del cielo, donde está Cristo.

De la carta del apóstol san Pablo a los colosenses: 3, 1-4


Hermanos: Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con Él.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

O bien:

Tiren la antigua levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 5, 6-8


Hermanos: ¿No saben ustedes que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Tiren la antigua levadura, para que sean ustedes una masa nueva, ya que son pan sin levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado.

Celebremos, pues, la fiesta de la Pascua, no con la antigua levadura, que es de vicio y maldad, sino con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

SECUENCIA

(Sólo el día de hoy es obligatoria: durante la octava es opcional)

Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la víctima propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado, que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la vida, triunfante se levanta.

“¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?” “A mi Señor glorioso, la tumba abandonada.

Los ángeles testigos, sudarios y mortaja.¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua”.

Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.



ACLAMACIÓN Cfr. 1 Cor 5, 7-8

R/. Aleluya, aleluya.



Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua. R/.



Él debía resucitar de entre los muertos.

Del santo Evangelio según san Juan: 20, 1-9


El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto".

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.

En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. 

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

O bien:

Jesús de Nazaret, que fue crucificado, resucitó.

Del Santo Evangelio según san Marcos: 16, 1-7

Transcurrido el sábado, María Magdalena, María (la madre de Santiago) y Salomé, compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús. Muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, se dirigieron al sepulcro. Por el camino se decían unas a otras: "¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?" Al llegar, vieron que la piedra ya estaba quitada, a pesar de ser muy grande.

Entraron en el sepulcro y vieron a un joven, vestido con una túnica blanca, sentado en el lado derecho, y se llenaron de miedo. Pero él les dijo: "No se espanten. Buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. No está aquí; ha resucitado. Miren el sitio donde lo habían puesto. Ahora vayan a decirles a sus discípulos y a Pedro: ‘El irá delante de ustedes a Galilea. Allá lo verán, como él les dijo’ ".


Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.


O bien, en las Misas vespertinas del domingo:

Quédate con nosotros, porque ya es tarde.

Del santo Evangelio según san Lucas: 24, 13-35


El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.

Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?"

Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?" Él les preguntó: "¿Qué cosa?" Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él no lo vieron".

Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?" Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a Él.

Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!"

Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos a Jesús resucitado, vida y esperanza para la humanidad entera.

Después de cada petición diremos:

Jesús resucitado, escúchanos.


Por la Iglesia: por el Papa, por los obispos, sacerdotes y diáconos, por los religiosos y religiosas, por todos los fieles. Que en todos crezca la fe y la esperanza que nos trae la resurrección del Señor. Oremos.

Por nuestro país, y por todos los países del mundo. Que a todos alcance el bienestar, la paz y la libertad. Oremos.

Por los que durante este tiempo de Pascua recibirán el Bautismo, la Confirmación o la primera Eucaristía.Que vivan llenos de la gracia del Espíritu Santo. Oremos.

Por todos nosotros. Que esta Pascua fortalezca nuestra fe en Jesús resucitado. Oremos.

Jesús resucitado, escúchanos y danos la fuerza de tu Espíritu. Tú, que vives y reinas…



ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Llenos de júbilo por el gozo pascual te ofrecemos, Señor, este sacrificio, mediante el cual admirablemente renace y se nutre tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de Pascua

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN 1 Co 5, 7-8

Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado. Aleluya. Celebremos, pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Dios de bondad, protege paternalmente con amor incansable a tu Iglesia, para que, renovada por los misterios pascuales, pueda llegar a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Para dar la bendición al final de la Misa, es conveniente que el sacerdote utilice la fórmula de bendición solemne de la Misa de la Vigilia Pascual,

Al despedir al pueblo, se canta o se dice:

Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz, aleluya, aleluya.

O bien:


Pueden ir en paz, aleluya, aleluya.

Todos responden:

Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.

Published in: on 30 marzo, 2024 at 15:04  Deja un comentario  

LECTURAS Y CELEBRACIÓN DEL SÁBADO SANTO VIGILIA PASCUAL DE LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO 30 DE MARZO (BLANCO)

 

VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA





SAN JUAN CLIMACO ABAD

1. Según una tradición muy antigua, ésta es una noche de vigilia en honor del Señor (Ex 12, 42). Los fieles, llevando en la mano —según la exhortación evangélica (Lc 12, 35-37)— lámparas encendidas, se asemejan a quienes esperan el regreso de su Señor para que, cuando él vuelva, los encuentre vigilantes, y los haga sentar a su mesa.


2. La Vigilia de esta noche, la más grande y noble de todas las solemnidades, sea una sola para cada una de las iglesias. Así esta celebración de la Vigilia se desarrolla de la siguiente manera: después de la breve liturgia de la luz o "lucernario" y del Pregón pascual (primera parte de la Vigilia), la santa Iglesia, llena de fe en las palabras y promesas del Señor, medita los portentos que Él obró desde el principio a favor de su pueblo (segunda parte o liturgia de la palabra), y cuando el día está por llegar, encontrándose ya acompañada de sus nuevos miembros, renacidos en el Bautismo (tercera parte), es invitada a la mesa que el Señor ha preparado para su pueblo por medio del memorial de su muerte y resurrección, hasta que vuelva (cuarta parte).

3. Toda la celebración de la Vigilia Pascual se debe hacer en la noche, de modo que no debe comenzar antes del principio de la noche del sábado, ni terminar después del alba del domingo.

4. La Misa de la Vigilia, aunque se celebre antes de la medianoche, es ya la Misa pascual del domingo de Resurrección.

5. Quien participa en la Misa de la noche, puede comulgar también en la Misa del día. Quien celebra o concelebra la Misa de la noche, puede celebrar o concelebrar también la Misa del día. La Vigilia Pascual ocupa el lugar del Oficio de lectura.

El diácono asiste como de costumbre al sacerdote. En su ausencia, su ministerio lo asumen el sacerdote celebrante o un concelebrante, con excepción de lo que se indica más adelante.

El sacerdote y el diácono se revisten, desde el principio, como para la Misa, con vestiduras blancas.

7. Prepárense suficientes velas para todos los fieles que participen en la Vigilia Se apagan todas las luces de la iglesia.



Primera parte

SOLEMNE INICIO DE LA VIGILIA, O "LUCERNARIO"


Bendición del fuego y preparación del cirio

8. En un lugar adecuado, fuera de la iglesia, se prepara un fuego que llamee. Congregado ahí el pueblo, llega el sacerdote con los ministros. Uno de los ministros lleva el cirio pascual. No se usan ni la cruz procesional, ni los ciriales.


Si las circunstancias no permiten encender el fuego fuera de la iglesia, todo este rito se desarrolla como se indica en el n. 13

9. El sacerdote y los fieles se signan, mientras él dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y enseguida saluda al pueblo, como de costumbre, le hace una breve monición sobre la vigilia de esta noche, con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo pasó de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por el mundo, a que se reúnan para velar en oración. Conmemoremos, pues, juntos, la Pascua del Señor, escuchando su palabra y participando en sus sacramentos, con la esperanza cierta de participar también en su triunfo sobre la muerte y de vivir con Él para siempre en Dios.

10. Enseguida el sacerdote bendice el fuego, diciendo con las manos extendidas:

Oremos. Dios nuestro, que por medio de tu Hijo comunicaste a tus fieles el fuego de tu luz, santifica este fuego nuevo y concédenos que, al celebrar estas fiestas pascuales, se encienda en nosotros el deseo de las cosas celestiales, para que podamos llegar con un espíritu renovado a las fiestas de la eterna claridad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

11. Una vez bendecido el fuego nuevo, uno de los ministros lleva el cirio pascual ante el celebrante. Éste, con un punzón, grava una cruz en el cirio. Después, traza sobre él, la letra griega Alfa, y; debajo, la letra Omega; entre los brazos de la cruz traza los cuatro números del año en curso, mientras dice:



1. Cristo ayer y hoy, 


Traza la línea vertical;

2. principio y fin,
traza la línea horizontal;

3. Alfa,
traza la letra alfa, arriba de la línea vertical;

4. y Omega.
traza la letra omega, abajo de la línea vertical;

5. Suyo es el tiempo,
traza el primer número del año en curso, en ángulo superior izquierdo de la cruz;

6. y la eternidad.
traza el segundo número del año, en el ángulo superior derecho;

7. A Él la gloria y el poder
traza el tercer número del año en el ángulo inferior izquierdo;

8. por los siglos de los siglos. Amén.
traza el cuarto número del año en el ángulo inferior derecho.

12. Después de haber trazado la cruz y los demás signos el sacerdote puede incrustar en el cirio cinco granos de incienso, en forma de cruz diciendo al mismo tiempo:

1. Por sus santas llagas

2. gloriosas

3. nos proteja

4. y nos guarde

5. Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

13. Cuando por alguna razón no se puede encender el fuego fuera de la iglesia, el rito se acomoda a las circunstancias. El pueblo se reúne como de costumbre en la iglesia. El celebrante con los ministros, uno de los cuales lleva el cirio pascual, se dirige a la puerta de entrada. El pueblo, en cuanto sea posible, se vuelve hacia el sacerdote.


Hecho el saludo y la monición como se indica en el número 9, enseguida se bendice el fuego y se prepara el cirio como se indica en los números 10-12.

14. El celebrante enciende el cirio pascual con el fuego nuevo, diciendo:

Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu.



PROCESIÓN



15. Encendido el cirio, uno de los ministros toma del fuego unos carbones ardientes y los coloca en el incensario, y el sacerdote, en la forma acostumbrada, pone el incienso. El diácono o, en su ausencia otro ministro idóneo, recibe de un ministro el cirio pascual y se dispone la procesión. El turiferario con el incensario humeante se coloca adelante del diácono o del otro ministro, que lleva el cirio pascual. Siguen el sacerdote, los ministros y luego el pueblo, que llevan todos en la mano las velas apagadas.


En la puerta de la iglesia, el diácono se detiene y elevando el cirio, canta: Luz de Cristo.

Y todos responden: Demos gracias a Dios.

El sacerdote enciende su vela de la llama del cirio pascual.

16. Enseguida el diácono avanza hasta la mitad de la iglesia, se detiene y elevando el cirio, canta por segunda vez:

Luz de Cristo.

Y todos responden: Demos gracias a Dios.

Todos encienden su vela de la llama del cirio pascual y avanzan.

17. Al llegar ante el altar, el diácono, vuelto hacia el pueblo, eleva el cirio y canta por tercera vez: Luz de Cristo.

Y todos responden: Demos gracias a Dios.

A continuación el diácono pone el cirio pascual en el candelabro que está preparado junto al ambón o, en medio del presbiterio.

Y entonces se encienden las luces de la iglesia, con excepción de las velas del altar.



PREGÓN PASCUAL



18. Cuando el sacerdote llega al altar, se dirige a la sede, entrega su vela a un ministro, pone y bendice el incienso como lo hace en la Misa antes del Evangelio. El diácono se acerca al sacerdote y diciendo: Padre, dame tu bendición, pide y recibe la bendición del sacerdote, el cual dice en voz baja:


El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que proclames dignamente su Pregón pascual; en el nombre del Padre, y del Hijo j, y del Espíritu Santo.

Y el diácono responde: Amén.

Esta bendición se omite si el Pregón pascual es proclamado por otro que no sea diácono.

19. El diácono, habiendo incensado el libro y el cirio, proclama el Pregón pascual desde el ambón o desde un atril. Todos permanecen de pie, teniendo en sus manos las velas encendidas.

El Pregón pascual puede ser proclamado, en ausencia del diácono, por el mismo sacerdote o por otro presbítero concelebrante. Pero si, en caso de necesidad, un cantor laico proclama el Pregón, omite las palabras Por eso, queridos hermanos, hasta el final del invitatorio, así como el saludo: El Señor esté con ustedes.

FORMA LARGA DEL PREGÓN PASCUAL

Alégrense, por fin, los coros de los ángeles, alégrense las jerarquías del cielo y, por la victoria de rey tan poderoso, que las trompetas anuncien la salvación.


Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.

Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene este recinto con las aclamaciones del pueblo.


(Por eso, queridos hermanos, que asisten a la admirable claridad de esta luz santa, invoquen conmigo la misericordia de Dios omnipotente, para que aquel que, sin mérito mío, me agregó al número de los ministros, complete mi alabanza a este cirio, infundiendo el resplandor de su luz).


(V. El Señor esté con ustedes.
R/.Y con tu espíritu).

V. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del corazón, a Dios invisible, el Padre todopoderoso, y a su Hijo único, nuestro Señor Jesucristo.

Porque Él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán, y ha borrado con su sangre inmaculada la condena del antiguo pecado.

Porque éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero, cuya sangre consagra las puertas de los fieles.


Ésta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie, sin mojarse, el Mar Rojo.


Ésta es la noche en que la columna de fuego esclareció las tinieblas del pecado.

Ésta es la noche que a todos los que creen en Cristo, por toda la tierra, los arranca de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, los restituye a la gracia y los agrega a los santos.

Ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo.

¿De qué nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados? ¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo entregaste al Hijo!

Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó del abismo.

Ésta es la noche de la que estaba escrito: "Será la noche clara como el día, la noche iluminada por mi gozo".

Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos.

En esta noche de gracia, acepta, Padre santo, el sacrificio vespertino de alabanza, que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las abejas.

Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, que arde en llama viva para la gloria de Dios. Y aunque distribuye su luz, no mengua al repartirla, porque se alimenta de cera fundida que elaboró la abeja fecunda para hacer esta lámpara preciosa.

¡Qué noche tan dichosa, en que se une el cielo con la tierra, lo humano con lo divino!

Te rogamos, Señor, que este cirio consagrado a tu nombre para destruir la oscuridad de esta noche, arda sin apagarse y, aceptado como perfume, se asocie a las lumbreras del cielo. Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso, Jesucristo, tu Hijo, que volviendo del abismo, brilla sereno para el linaje humano y vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén.



Segunda parte

LITURGIA DE LA PALABRA


En esta Vigilia, "madre de todas las Vigilias", se proponen nueve lecturas, siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo (la Epístola y el Evangelio), que deben ser leídas todas, siempre que sea posible, para conservar la índole de la Vigilia, la cual exige que dure un tiempo prolongado.




Sin embargo, donde lo pidan circunstancias pastorales verdaderamente graves, puede reducirse el número de lecturas del Antiguo Testamento; pero téngase siempre en cuenta que la lectura de la Palabra de Dios, es parte fundamental de esta Vigilia Pascual. Deben leerse, por lo menos tres lecturas del Antiguo Testamento, tomadas de la Ley y de los Profetas, y cánteme sus respectivos salmos responsoriales. Nunca se omita la tercera lectura, tomada del capítulo 14 del Éxodo, con su cántico.

Todos apagan sus velas y se sientan. Antes de comenzar las lecturas, el sacerdote exhorta a la asamblea con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos, habiendo iniciado solemnemente la Vigilia Pascual, escuchemos con recogimiento la palabra de Dios. Meditemos cómo, en la antigua alianza, Dios salvó a su pueblo y en la plenitud de los tiempos, envió al mundo a su Hijo para que nos redimiera.

Oremos para que Dios lleve a su plenitud la obra de la redención realizada por el misterio pascual.

Siguen luego las lecturas. Un lector va al ambón y proclama la lectura. Después el salmista o cantor, dice el salmo, alternando con las respuestas del pueblo. Enseguida todos se levantan, el sacerdote dice: Oremos, y, después de que todos han orado en silencio durante unos momentos, dice la oración que corresponde a la lectura.

En lugar del salmo responsorial, se puede guardar un momento de silencio sagrado. En este caso se omite la pausa después del Oremos.


PRIMERA LECTURA**

Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno.

Del libro del Génesis: 1, 1-2, 2


En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos; y las tinieblas cubrían la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.


Dijo Dios: "Que exista la luz", y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó a la luz "día" y a las tinieblas, "noche". Fue la tarde y la mañana del primer día.

Dijo Dios: "Que haya una bóveda entre las aguas, que separe unas aguas de otras". E hizo Dios una bóveda y separó con ella las aguas de arriba, de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó Dios a la bóveda "cielo". Fue la tarde y la mañana del segundo día.

Dijo Dios: "Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo lugar y que aparezca el suelo seco". Y así fue. Llamó Dios "tierra" al suelo seco y "mar" a la masa de las aguas. Y vio Dios que era bueno.

Dijo Dios: "Verdee la tierra con plantas que den semilla y árboles que den fruto y semilla, según su especie, sobre la tierra". Y así fue. Brotó de la tierra hierba verde, que producía semilla, según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer día.

Dijo Dios: "Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen el día de la noche, señalen las estaciones, los días y los años, y luzcan en la bóveda del cielo para iluminar la tierra". Y así fue. Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para regir el día y la menor, para regir la noche; y también hizo las estrellas. Dios puso las lumbreras en la bóveda del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del cuarto día.

Dijo Dios: "Agítense las aguas con un hervidero de seres vivientes y revoloteen sobre la tierra las aves, bajo la bóveda del cielo". Creó Dios los grandes animales marinos y los vivientes que en el agua se deslizan y la pueblan, según su especie. Creó también el mundo de las aves, según sus especies. Vio Dios que era bueno y los bendijo, diciendo: "Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra". Fue la tarde y la mañana del quinto día.

Dijo Dios: "Produzca la tierra vivientes, según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras, según sus especies". Y así fue. Hizo Dios las fieras, los animales domésticos y los reptiles, cada uno según su especie. Y vio Dios que era bueno.

Dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra".

Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo: "Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra".

Y dijo Dios: "He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas". Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día.

Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos, y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día de todo cuanto había hecho.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


O bien: Forma breve

La creación del hombre.

Del libro del Génesis: 1, 1. 26-31


En el principio creó Dios el cielo y la tierra. Y dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra". Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó.


Y los bendijo Dios y les dijo: "Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra".

Y dijo Dios: "He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas". Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


Del salmo 103

R/. Bendice al Señor, alma mía.


Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza. Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. R/.

Sobre bases inconmovibles asentaste la tierra para siempre. Con un vestido de mares la cubriste y las aguas en los montes concentraste. R/.

En los valles haces brotar las fuentes, que van corriendo entre montañas; junto al arroyo vienen a vivir las aves, que cantan entre las ramas. R/.

Desde tu cielo riegas los montes y sacias la tierra del fruto de tus manos; haces brotar hierba para los ganados y pasto para los que sirven al hombre. R/.

¡Qué numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con maestría! La tierra está llena de tus creaturas. Bendice al Señor, alma mía. R/.


O bien:

Del salmo 32

R/. La tierra llena está de tus bondades.


Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.


La palabra del Señor hizo los cielos y su aliento, los astros. Los mares encerró como en un odre y como en una presa, los océanos. R/.

Feliz la nación cuyo Dios es el Señor; dichoso el pueblo que escogió por suyo. Desde el cielo el Señor, atentamente, mira a todos los hombres. R/.

En el Señor está nuestra esperanza, pues Él es nuestra ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado. R/.


ORACIÓN


Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que en todas las obras de tu amor te muestras admirable, concede a quienes has redimido, comprender que el sacrificio de Cristo, nuestra Pascua, en la plenitud de los tiempos, es una obra más maravillosa todavía que la misma creación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.


O bien: Creación del hombre.

Oremos. Dios nuestro, que de modo admirable creaste al hombre y de modo más admirable aún lo redimiste, concédenos sabiduría de espíritu, para resistir a los atractivos del pecado y poder llegar así a las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.



SEGUNDA LECTURA **

El sacrificio de nuestro patriarca Abraham.

Del libro del Génesis: 22, 1-18


En aquel tiempo, Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo: "¡Abraham, Abraham!" Él respondió: "Aquí estoy". Y Dios le dijo: "Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré".


Abraham madrugó, aparejó su burro, tomó consigo a dos de sus criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que Dios le había indicado. Al tercer día divisó a lo lejos el lugar. Les dijo entonces a sus criados: "Quédense aquí con el burro; yo iré con el muchacho hasta allá, para adorar a Dios y después regresaremos".

Abraham tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a su padre Abraham: "¡Padre!" Él respondió: "¿Qué quieres, hijo?" El muchacho contestó: "Ya tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?" Abraham le contestó: "Dios nos dará el cordero para el sacrificio, hijo mío". Y siguieron caminando juntos.

Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac, lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo para degollarlo.

Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo: "¡Abraham, Abraham!" Él contestó: "Aquí estoy". El ángel le dijo: "No descargues la mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado a tu hijo único".

Abraham levantó los ojos y vio un carnero, enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció en sacrificio, en lugar de su hijo. Abraham puso por nombre a aquel sitio "el Señor provee", por lo que aun el día de hoy se dice: "el monte donde el Señor provee".

El ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo y le dijo: "Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


O bien: Forma breve


Del libro del Génesis: 22, 1-2. 9-13. 15-18


En aquel tiempo, Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo: "¡Abraham, Abraham!" Él respondió: "Aquí estoy". Y Dios le dijo: "Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré".


Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac, lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo para degollarlo.

Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo: "¡Abraham, Abraham!" Él contestó: "Aquí estoy". El ángel le dijo: "No descargues la mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado a tu hijo único". Abraham levantó los ojos y vio un carnero, enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.

El ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo y le dijo: "Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.




Del salmo 15

R/. Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.


El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos. Tengo siempre presente al Señor y con Él a mi lado, jamás tropezaré. R/.

Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que sufra yo la corrupción. R/.

Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R/.


ORACIÓN

Oremos. Dios nuestro, excelso Padre de los creyentes, que por medio de la gracia de la adopción y por el misterio pascual sigues cumpliendo la promesa hecha a Abraham de multiplicar su descendencia por toda la tierra y de hacerlo el padre de todas las naciones, concede a tu pueblo responder dignamente a la gracia de tu llamada. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

TERCERA LECTURA

Los israelitas entraron en el mar sin mojarse.

Del libro del Éxodo: 14, 15-15, 1


En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: "¿Por qué sigues clamando a mí? Diles a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu bastón, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en el mar sin mojarse. Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a expensas del faraón y de todo su ejército, de sus carros y jinetes. Cuando me haya cubierto de gloria a expensas del faraón, de sus carros y jinetes, los egipcios sabrán que yo soy el Señor".


El ángel del Señor, que iba al frente de las huestes de Israel, se colocó tras ellas. Y la columna de nubes que iba adelante, también se desplazó y se puso a sus espaldas, entre el campamento de los israelitas y el campamento de los egipcios. La nube era tinieblas para unos y claridad para otros, y así los ejércitos no trabaron contacto durante toda la noche.

Moisés extendió la mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y dividió las aguas. Los israelitas entraron en el mar y no se mojaban, mientras las aguas formaban una muralla a su derecha y a su izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución y toda la caballería del faraón, sus carros y jinetes, entraron tras ellos en el mar.

Hacia el amanecer, el Señor miró desde la columna de fuego y humo al ejército de los egipcios y sembró entre ellos el pánico. Trabó las ruedas de sus carros, de suerte que no avanzaban sino pesadamente. Dijeron entonces los egipcios: "Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto".

Entonces el Señor le dijo a Moisés: "Extiende tu mano sobre el mar, para que vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes". Y extendió Moisés su mano sobre el mar, y al amanecer, las aguas volvieron a su sitio, de suerte que al huir, los egipcios se encontraron con ellas, y el Señor los derribó en medio del mar. Volvieron las aguas y cubrieron los carros, a los jinetes y a todo el ejército del faraón, que se había metido en el mar para perseguir a Israel. Ni uno solo se salvó.

Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar. Las aguas les hacían muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios, muertos en la orilla del mar. Israel vio la mano fuerte del Señor sobre los egipcios, y el pueblo temió al Señor y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico al Señor:


Éxodo 15


R/. Alabemos al Señor por su victoria.


Cantemos al Señor, sublime es su victoria: caballos y jinetes arrojó en el mar. Mi fortaleza y mi canto es el Señor, Él es mi salvación; Él es mi Dios, y yo lo alabaré, es el Dios de mis padres, y yo le cantaré. R/.

El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. Precipitó en el mar los carros del faraón y a sus guerreros; ahogó en el Mar Rojo a sus mejores capitanes. R/.

Las olas los cubrieron, cayeron hasta el fondo, como piedras. Señor, tu diestra brilla por su fuerza, tu diestra, Señor, tritura al enemigo. R/.

Tú llevas a tu pueblo para plantarlo en el monte que le diste en herencia, en el lugar que convertiste en tu morada, en el santuario que construyeron tus manos. Tú, Señor, reinarás para siempre. R/.


ORACIÓN **

Oremos. Señor Dios, cuyos antiguos prodigios los percibimos resplandeciendo también en nuestros tiempos, puesto que aquello mismo que realizó la diestra de tu poder para liberar a un solo pueblo de la esclavitud del faraón, lo sigues realizando también ahora, por medio del agua del bautismo para salvar a todas las naciones, concede que todos los hombres del mundo lleguen a contarse entre los hijos de Abraham y participen de la dignidad del pueblo elegido. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

O bien:

Oremos. Dios nuestro, que manifestaste a la luz del Nuevo Testamento el sentido profundo de los prodigios realizados en los tiempos antiguos, dejándonos ver en el paso del Mar Rojo, una imagen del bautismo y en el pueblo liberado de la esclavitud, un anuncio de los sacramentos del pueblo cristiano, haz que todos los hombres, mediante la fe, participen del privilegio del pueblo elegido y sean regenerados por la acción santificadora de tu Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

CUARTA LECTURA

Con amor eterno se ha apiadado de ti tu redentor.

Del libro del profeta Isaías: 54, 5-14


"El que te creó, te tomará por esposa; su nombre es `Señor de los ejércitos’. Tu redentor es el Santo de Israel; será llamado ‘Dios de toda la tierra’. Como a una mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor. ¿Acaso repudia uno a la esposa de la juventud?, dice tu Dios.


Por un instante te abandoné, pero con inmensa misericordia te volveré a tomar. En un arrebato de ira te oculté un instante mi rostro, pero con amor eterno me he apiadado de ti, dice el Señor, tu redentor.

Me pasa ahora como en los días de Noé: entonces juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; ahora juro no enojarme ya contra ti ni volver a amenazarte. Podrán desaparecer los montes y hundirse las colinas, pero mi amor por ti no desaparecerá y mi alianza de paz quedará firme para siempre. Lo dice el Señor, el que se apiada de ti.

Tú, la afligida, la zarandeada por la tempestad, la no consolada: He aquí que yo mismo coloco tus piedras sobre piedras finas, tus cimientos sobre zafiros; te pondré almenas de rubí y puertas de esmeralda y murallas de piedras preciosas. Todos tus hijos serán discípulos del Señor, y será grande su prosperidad. Serás consolidada en la justicia. Destierra la angustia, pues ya nada tienes que temer; olvida tu miedo, porque ya no se acercará a ti".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


Del salmo 29


R/. Te alabaré, Señor, eternamente.


Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste. R/.

Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo. R/.

Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente. R/.


ORACIÓN

Oremos. Dios todopoderoso y eterno, multiplica, en honor a tu nombre, cuanto prometiste a nuestros padres en la fe y acrecienta la descendencia por ti prometida mediante la santa adopción filial, para que aquello que los antiguos patriarcas no dudaron que habría de acontecer, tu Iglesia advierta que ya está en gran parte cumplido. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

La oración anterior puede sustituirse por alguna de las que siguen, cuando sus lecturas correspondientes vayan a omitirse.

QUINTA LECTURA

Vengan a mí y vivirán. Sellaré con ustedes una alianza perpetua.

Del libro del profeta Isaías: 55, 1-11


Esto dice el Señor: "Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua; y los que no tienen dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar. ¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta?


Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán platillos sustanciosos. Préstenme atención, vengan a mí, escúchenme y vivirán.

Sellaré con ustedes una alianza perpetua, cumpliré las promesas que hice a David. Como a él lo puse por testigo ante los pueblos, como príncipe y soberano de las naciones, así tú reunirás a un pueblo desconocido, y las naciones que no te conocían acudirán a ti, por amor del Señor, tu Dios, por el Santo de Israel, que te ha honrado.

Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal, sus planes; que regrese al Señor, y Él tendrá piedad; a nuestro Dios, que es rico en perdón.

Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis caminos. Porque así como aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los de ustedes y mis pensamientos a sus pensamientos.

Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.



Isaías 12

R/. El Señor es mi Dios y salvador.


El Señor es mi Dios y salvador, con Él estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza, y ha sido mi salvación. Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. R/.

Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime. R/.

Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra. Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes. R/.



ORACIÓN

Oremos. Dios todopoderoso y eterno, única esperanza del mundo, tú que anunciaste, por voz de los profetas, los misterios que estamos celebrando esta noche, multiplica en el corazón de tu pueblo los santos propósitos porque no podría ningún santo anhelo alcanzar crecimiento sin el impulso que procede de ti. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

SEXTA LECTURA

Sigue el camino que te conduce a la luz del Señor.

Del libro del profeta Baruc: 3, 9-15. 32-4, 4


Escucha, Israel, los mandatos de vida, presta oído para que adquieras prudencia. ¿A qué se debe, Israel, que estés aún en país enemigo, que envejezcas en tierra extranjera, que te hayas contaminado por el trato con los muertos, que te veas contado entre los que descienden al abismo?


Es que abandonaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido los senderos de Dios, habitarías en paz eternamente. Aprende dónde están la prudencia, la inteligencia y la energía, así aprenderás dónde se encuentra el secreto de vivir larga vida, y dónde la luz de los ojos y la paz. ¿Quién es el que halló el lugar de la sabiduría y tuvo acceso a sus tesoros? El que todo lo sabe, la conoce; con su inteligencia la ha escudriñado. El que cimentó la tierra para todos los tiempos, y la pobló de animales cuadrúpedos; el que envía la luz, y ella va, la llama, y temblorosa le obedece; llama a los astros, que brillan jubilosos en sus puestos de guardia, y ellos le responden: "Aquí estamos", y refulgen gozosos para aquel que los hizo. Él es nuestro Dios y no hay otro como El; Él ha escudriñado los caminos de la sabiduría y se la dio a su hijo Jacob, a Israel, su predilecto. Después de esto, ella apareció en el mundo y convivió con los hombres. La sabiduría es el libro de los mandatos de Dios, la ley de validez eterna; los que la guardan, vivirán, los que la abandonan, morirán.

Vuélvete a ella, Jacob, y abrázala; camina hacia la claridad de su luz; no entregues a otros tu gloria, ni tu dignidad a un pueblo extranjero. Bienaventurados nosotros, Israel, porque lo que agrada al Señor nos ha sido revelado.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 18

R/. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.


La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. R/.

En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino. R/.

La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandatos del Señor son verdaderos y enteramente justos. R/.

Más deseables que el oro y las piedras preciosas, las normas del Señor, y más dulces que la miel de un panal que gotea. R/.


ORACIÓN

Oremos. Dios nuestro, que haces crecer continuamente a tu Iglesia con hijos llamados de todos los pueblos, dígnate proteger siempre con tu gracia a quienes has purificado con el agua del bautismo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

SÉPTIMA LECTURA

Los rociaré con agua pura y les daré un corazón nuevo.

Del libro del profeta Ezequiel: 36, 16-28


En aquel tiempo, me fue dirigida la palabra del Señor en estos términos: "Hijo de hombre, cuando los de la casa de Israel habitaban en su tierra, la mancharon con su conducta y con sus obras; como inmundicia fue su proceder ante mis ojos. Entonces descargué mi furor contra ellos, por la sangre que habían derramado en el país y por haberlo profanado con sus idolatrías. Los dispersé entre las naciones y anduvieron errantes por todas las tierras. Los juzgué según su conducta, según sus acciones los sentencié. Y en las naciones a las que se fueron, desacreditaron mi santo nombre, haciendo que de ellos se dijera: ‘Éste es el pueblo del Señor, y ha tenido que salir de su tierra’.


Pero, por mi santo nombre, que la casa de Israel profanó entre las naciones a donde llegó, me he compadecido. Por eso, dile a la casa de Israel: ‘Esto dice el Señor: no lo hago por ustedes, casa de Israel. Yo mismo mostraré la santidad de mi nombre excelso, que ustedes profanaron entre las naciones. Entonces ellas reconocerán que yo soy el Señor, cuando, por medio de ustedes les haga ver mi santidad.
Los sacaré a ustedes de entre las naciones, los reuniré de todos los países y los llevaré a su tierra. Los rociaré con agua pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus inmundicias e idolatrías.

Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y los haré vivir según mis preceptos y guardar y cumplir mis mandamientos. Habitarán en la tierra que di a sus padres; ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios’ ".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


De los salmos 41 y 42


R/. Estoy sediento del Dios que da la vida.


Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada, mi alma te busca a ti, Dios mío. R/.

Del Dios que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo será posible ver de nuevo su templo? R/.

Recuerdo cuando íbamos a casa del Señor, cantando, jubilosos, alabanzas a Dios. R/.

Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú habitas. R/.

Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría, y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la cítara. R/.


O bien, cuando hay bautizos:

Isaías 12

R/. El Señor es mi Dios y salvador.


El Señor es mi Dios y salvador, con Él estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi salvación. Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. R/.


Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime. R/.

Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra. Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes. R/.



O bien:

Del salmo 50

R/. Crea en mí, Señor, un corazón puro.


Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu. R/.


Devuélveme tu salvación, que regocija, y mantén en mí un alma generosa. Enseñaré a los descarriados tus caminos y volverán a ti los pecadores. R/.

Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias. R/.



ORACIÓN **

Oremos. Dios de inmutable poder y eterna luz, mira propicio el admirable misterio de la Iglesia entera y realiza serenamente, en virtud de tu eterno designio, la obra de la humana salvación; que todo el mundo vea y reconozca que los caídos se levantan, que se renueva lo que había envejecido y que, por obra de Jesucristo, todas las cosas concurren hacia la unidad que tuvieron en el origen. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén.

O bien:


Oremos. Señor Dios, que con las enseñanzas de ambos Testamentos nos instruyes para celebrar el sacramento de la Pascua, haz que comprendamos la hondura de tu misericordia, para que los dones que hoy recibimos afiancen en nosotros la esperanza de los bienes futuros. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.



Terminada la última lectura del Antiguo Testamento, con su salmo responsorial y la oración correspondiente, se encienden las velas del altar, y el sacerdote entona el himno Gloria a Dios en el cielo, que todos prosiguen, mientras se tocan las campanas, de acuerdo con las costumbres de cada lugar.

Terminado el himno, el sacerdote dice la oración colecta, como de ordinario.

Oremos. Dios nuestro, que haces resplandecer esta noche con la gloria de la resurrección del Señor, aviva en tu Iglesia el espíritu de adopción filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos fielmente a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Enseguida un lector hace la lectura del Apóstol.



EPÍSTOLA

Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca.

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 6, 3-11


Hermanos: ¿No saben ustedes que todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo, hemos sido incorporados a Él en su muerte? En efecto, por el bautismo fuimos sepultados con Él en su muerte, para que, así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva.


Porque, si hemos estado íntimamente unidos a Él por una muerte semejante a la suya, también lo estaremos en su resurrección. Sabemos que nuestro hombre viejo fue crucificado con Cristo, para que el cuerpo del pecado quedara destruido, a fin de que ya no sirvamos al pecado, pues el que ha muerto queda libre del pecado.

Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también viviremos con Él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre Él, porque al morir, murió al pecado de una vez para siempre; y al resucitar, vive ahora para Dios. Lo mismo ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


34. Leída la Epístola, todos se ponen de pie, y el sacerdote entona solemnemente tres veces, elevando gradualmente su voz, el Aleluya, que todos repiten. Si hace falta, un salmista canta el Aleluya.


Luego un salmista o un cantor dice el salmo 117, al que el pueblo responde: Aleluya.


Del salmo 117

R/. Aleluya, aleluya.


Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R/.

La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo, para contar lo que el Señor ha hecho. R/.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/.


35. El sacerdote, como es costumbre, pone incienso y bendice al diácono. Para el Evangelio no se llevan los ciriales, sino solamente el incienso.

Jesús de Nazaret, que fue crucificado, resucitó.

Del santo Evangelio según san Marcos: 16, 1-7

Transcurrido el sábado, María Magdalena, Maria (la madre de Santiago) y Salomé, compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús. Muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, se dirigieron al sepulcro. Por el camino se decían unas a otras:"¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?". Al llegar vieron que la piedra ya estaba quitada, a pesar de ser muy grande.

Entraron en el sepulcro y vieron a un joven, vestido con una túnica blanca, sentado en el lado derecho, y se llenaron de miedo. Pero él les dijo: "No se espanten. Buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. No está aquí; ha resucitado. Miren el sitio donde lo habían puesto. Ahora vayan a decirles a sus discípulos y a Pedro: ‘El irá delante de ustedes a Galilea. Allá lo verán, como él les dijo’ ".


Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.



36. Después del Evangelio, no se omita la homilía, aunque breve.


Tercera parte

LITURGIA BAUTISMAL



37. Después de la homilía se pasa a la liturgia bautismal. El sacerdote con los ministros se dirige a la fuente bautismal, si es que ésta se encuentra a la vista de los fieles. De lo contrario se pone un recipiente con agua en el presbiterio.


38. Si hay catecúmenos, son llamados por su nombre y presentados por los padrinos, o, si son niños, son llevados por sus papás y sus padrinos frente a toda la asamblea.

39. Si tiene lugar la procesión al bautisterio o a la fuente bautismal, se organiza en este momento. Va delante el ministro con el cirio pascual; lo siguen los bautizandos con sus padrinos, enseguida los ministros, el diácono y el sacerdote. Durante la procesión se cantan las letanías (n. 43). Terminadas las letanías, el sacerdote hace la monición (n. 40).

40. Si, en cambio, se lleva a cabo la liturgia bautismal en el presbiterio, el sacerdote inmediatamente hace la monición introductoria con estas palabras u otras semejantes: Si están presentes los que se van a bautizar:

Hermanos, acompañemos con nuestra oración a quienes anhelan renacer a una nueva vida en la fuente del bautismo, para que Dios, nuestro Padre, les otorgue su protección y amor.

Si se bendice la fuente, pero no hay bautismos:

Hermanos, pidamos a Dios todopoderoso, que con su poder santifique esta fuente bautismal, para que cuantos en el bautismo van a ser regenerados en Cristo, sean agregados al número de hijos adoptivos de Dios.

41. Dos cantores entonan las letanías, a las que todos responden, estando de pie (por razón del Tiempo Pascual).

Si la procesión hasta el bautisterio es larga, se cantan las letanías durante la procesión; en este caso se llama a los que se van a bautizar, antes de comenzar la procesión. Se abre la procesión con el cirio pascual, luego siguen los bautizados con sus padrinos, después los ministros, el diácono y el sacerdote. En este caso, la monición precedente se hace antes de la bendición del agua.

42. Si no hay bautismos ni bendición de la fuente, omitidas las letanías se procede inmediatamente a la bendición del agua (n. 54).

43. En las letanías se pueden añadir algunos nombres de santos, especialmente el del titular de la iglesia, el de los patronos del lugar y el de los patronos de quienes serán bautizados.


Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros. 

Cristo, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros.
San Miguel, ruega por nosotros.
Santos ángeles de Dios, rueguen por nosotros.
San Juan Bautista, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
San Pedro y san Pablo, rueguen por nosotros.
San Andrés, San Juan, ruega por nosotros.
Santa María Magdalena, ruega por nosotros.
San Esteban, ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquía, ruega por nosotros.
San Lorenzo, ruega por nosotros.
San Felipe de Jesús, ruega por nosotros.
Santos Cristóbal Magallanes y compañeros, mártires, rueguen por nosotros.
Santas Perpetua y Felicitas, rueguen por nosotros.
Santa Inés, ruega por nosotros.
San Gregorio, ruega por nosotros.
San Atanasio, ruega por nosotros.
San Agustín, ruega por nosotros.
San Basilio, ruega por nosotros.
San Martín, ruega por nosotros.
San Benito, ruega por nosotros.
San Francisco y santo Domingo, rueguen por nosotros.
San Francisco Javier, ruega por nosotros.
San Juan María Vianney, ruega por nosotros.
San Rafael Guízar y Valencia, ruega por nosotros.
San José María de Yermo y Parres, ruega por nosotros.
Santa Catalina de Siena, ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús, ruega por nosotros.
Santa Teresa del Niño Jesús, ruega por nosotros.
Santa María de Jesús
Sacramentado Venegas, ruega por nosotros.
Santa María Guadalupe García Zavala, ruega por nosotros.
San Juan Diego, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rueguen por nosotros.
Muéstrate propicio, líbranos, Señor.
De todo mal, líbranos, Señor.
De todo pecado, líbranos, Señor.
De la muerte eterna, líbranos, Señor.
Por tu encarnación, líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección, líbranos, Señor.
Por el don del Espíritu Santo, líbranos, Señor.
Nosotros, que somos pecadores, te rogamos, óyenos.


Si hay bautismos:


Para que estos elegidos renazcan


a la vida nueva por medio del bautismo, te rogamos, óyenos.

Si no hay bautismos:

Para que santifiques esta fuente bautismal
por la que renacerán tus hijos a la vida nueva, te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo, te rogamos, óyenos.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos Cristo, escúchanos.

Si hay bautismos, el sacerdote, con las manos extendidas, dice esta oración:

Derrama, Señor, tu infinita bondad en este sacramento del bautismo y envía tu santo Espíritu, para que haga renacer de la fuente bautismal a estos nuevos hijos tuyos, que van a ser santificados por tu gracia, mediante nuestra humilde colaboración en este ministerio. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.


BENDICIÓN DEL AGUA BAUTISMAL


44. La bendición del agua puede ser cantada.


45. La aclamación a la bendición del agua también puede ser cantada.

46. Enseguida el sacerdote bendice el agua bautismal, diciendo, con las manos extendidas, esta oración:


Dios nuestro, que con tu poder invisible realizas obras admirables por medio de los signos sacramentales y has hecho que tu creatura, el agua, signifique de muchas maneras la gracia del bautismo;


Dios nuestro, cuyo Espíritu aleteaba sobre la superficie de las aguas en los mismos principios del mundo, para que ya desde entonces el agua recibiera el poder de dar la vida;

Dios nuestro, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nuevo nacimiento de los hombres, al hacer que de una manera misteriosa, un mismo elemento diera fin al pecado y origen a la virtud;

Dios nuestro, que hiciste pasar a pie, sin mojarse, el Mar Rojo a los hijos de Abraham, a fin de que el pueblo, liberado de la esclavitud del faraón, prefigurara al pueblo de los bautizados;

Dios nuestro, cuyo Hijo, al ser bautizado por el Precursor en el agua del Jordán, fue ungido por el Espíritu Santo; suspendido en la cruz, quiso que brotaran de su costado sangre y agua; y después de su resurrección mandó a sus apóstoles: "Vayan y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo": mira ahora a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del bautismo.

Que por obra del Espíritu Santo esta agua adquiera la gracia de tu Unigénito, para que el hombre, creado a tu imagen, limpio de su antiguo pecado, por el sacramento del bautismo, renazca a la vida nueva por el agua y el Espíritu Santo.


Si es oportuno, introduce el cirio pascual en el agua, una o tres veces, diciendo:


Te pedimos, Señor, que por tu Hijo, descienda sobre el agua de esta fuente el poder del Espíritu Santo, Manteniendo el cirio dentro del agua, prosigue: para que todos, sepultados con Cristo en su muerte por el bautismo, resuciten también con Él a la vida nueva. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. R/. Amén.



47. Enseguida saca el cirio del agua, y el pueblo dice la siguiente aclamación:


Fuentes del Señor, bendigan al Señor, alábenlo y glorifíquenlo por los siglos.

48. Concluida la bendición del agua bautismal y dicha la aclamación del pueblo, el sacerdote, de pie, interroga a los adultos y a los papás o padrinos de los niños, para que hagan la renuncia, como está indicado en los respectivos Rituales romanos.

Si no se ha hecho antes la unción de los adultos con el óleo de los catecúmenos en los ritos inmediatamente preparatorios, se hace en este momento.

49. Enseguida, el sacerdote interroga a cada uno de los adultos sobre su fe, y también, si se trata de los niños, pide la triple profesión de fe a todos los papás y padrinos simultáneamente, como se indica en los respectivos Rituales.

Si son muchos los que se bautizan puede ordenarse este rito, de tal manera que, inmediatamente después de la respuesta de los bautizandos, padrinos y papás, el celebrante pida y reciba la renovación de las promesas bautismales de todos los presentes.

50. Terminado el interrogatorio, el sacerdote bautiza a los elegidos adultos y niños.

51. Después del bautismo, el sacerdote unge con el crisma a quienes no han llegado al uso de razón. Y se entrega a todos, sean adultos o niños, la vestidura blanca. Luego, el sacerdote o el diácono recibe el cirio pascual de mano del ministro y se encienden las velas de los neófitos. El rito del "Effetá" se omite para quienes no han llegado al uso de razón.

52. A continuación, si no tuvieron lugar en el presbiterio el baño bautismal y los demás ritos explicativos, se retorna al presbiterio, organizada la procesión como antes, con los neófitos, o padrinos o papás llevando la vela encendida. Durante la procesión se canta el cántico bautismal Vidi aquam, u otro canto apropiado (n. 56).

53. Si los bautizados son adultos, el obispo o, en su ausencia, el presbítero que confirió el bautismo, adminístreles inmediatamente el sacramento de la Confirmación en el presbiterio, como se indica en el Pontifical o en el Ritual Romano.


BENDICIÓN DEL AGUA

54. Si no hay bautismos ni tampoco se bendice la fuente bautismal, el sacerdote prepara a los fieles para la bendición del agua, diciendo:


Pidamos, queridos hermanos, a Dios nuestro Señor, que se digne bendecir esta agua, con la cual seremos rociados en memoria de nuestro bautismo, y que nos renueve interiormente, para que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido.


Y después de una breve pausa en silencio, dice la siguiente oración, con las manos extendidas:

Señor, Dios nuestro, mira con bondad a este pueblo tuyo, que vela en oración en esta noche santísima, recordando la obra admirable de nuestra creación y la obra más admirable todavía, de nuestra redención. Dígnate bendecir esta agua, que tú creaste para dar fertilidad a la tierra, frescura y limpieza a nuestros cuerpos.

Tú, además, convertiste el agua en un instrumento de tu misericordia: por ella liberaste a tu pueblo de la esclavitud y en el desierto saciaste su sed; con la imagen del agua viva los profetas anunciaron la nueva alianza que deseabas establecer con los hombres; por ella, finalmente, santificada por Cristo en el Jordán, renovaste, mediante el bautismo que nos da la vida nueva, nuestra naturaleza, corrompida por el pecado.

Que esta agua nos recuerde ahora nuestro bautismo y nos haga participar en la alegría de nuestros hermanos, que han sido bautizados en esta Pascua. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.


RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS BAUTISMALES


55. Terminado el rito del Bautismo (y de la Confirmación) o, si no hubo bautismos, después de la bendición del agua, todos, de pie y teniendo en sus manos las velas encendidas, hacen la renovación de las promesas del bautismo, junto con los bautizandos, a no ser que ya se hubieran hecho (cfr. n. 49).


El sacerdote se dirige a los fieles, con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos, por medio del bautismo, hemos sido hechos partícipes del misterio pascual de Cristo; es decir, por medio del bautismo, hemos sido sepultados con Él en su muerte para resucitar con Él a la vida nueva. Por eso, culminado nuestro camino cuaresmal, es muy conveniente que renovemos las promesas de nuestro bautismo, con las cuales un día renunciamos a Satanás y a sus obras y nos comprometimos a servir a Dios, en la santa Iglesia católica. Por consiguiente:


Primera fórmula:


Sacerdote: ¿Renuncian ustedes a Satanás?


Todos: Sí, renuncio.

Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus obras?
Todos: Sí, renuncio.

Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus seducciones?
Todos: Sí, renuncio.

O bien:

Sacerdote: ¿Renuncian ustedes al pecado, para vivir en la libertad de los hijos de Dios?
Todos: Sí, renuncio.

Sacerdote: ¿Renuncian a todas las seducciones del mal, para que el pecado no los esclavice?
Todos: Sí, renuncio.

Sacerdote: ¿Renuncian a Satanás, padre y autor de todo pecado?
Todos: Sí, renuncio.

La Conferencia Episcopal, si lo cree conveniente, puede ajustar más a las circunstancias locales esta segunda fórmula, sobre todo ahí donde entre los cristianos se requiera renunciar a las supersticiones, adivinaciones y artes mágicas.

Prosigue el sacerdote:

Sacerdote: ¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?
Todos: Sí, creo.

Sacerdote: ¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació de la Virgen María, padeció y murió por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del Padre?
Todos: Sí, creo.

Sacerdote: ¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?

Todos: Sí, creo.

Y el sacerdote concluye:

Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos liberó del pecado y nos ha hecho renacer por el agua y el Espíritu Santo, nos conserve con su gracia unidos a Jesucristo nuestro Señor, hasta la vida eterna.
Todos: Amén.


56. El sacerdote rocía al pueblo con el agua bendita, mientras todos cantan:


ANTÍFONA

Vi brotar agua del lado derecho del templo, aleluya. Vi que en todos aquellos que recibían el agua, surgía una vida nueva y cantaban con gozo: Aleluya, aleluya.

Se puede cantar también algún otro canto de índole bautismal.

57. Mientras tanto los neófitos son conducidos a su lugar entre los fieles. Si la bendición del agua bautismal no se hizo en el bautisterio, el diácono y los ministros llevan a la fuente bautismal, con toda reverencia, un recipiente con el agua bendita.

Si no hubo bendición de la fuente, el agua bendita se coloca en un lugar apropiado.

58. Hecha la aspersión, el sacerdote vuelve a la sede, en donde, omitido el Credo, dirige la oración universal en la cual toman parte los neófitos por primera vez.



Cuarta parte

LITURGIA EUCARÍSTICA


59. El sacerdote va al altar y comienza la liturgia eucarística en la forma acostumbrada.

60. Es conveniente que el pan y el vino sean presentados por los neófitos o, si son niños, por sus papás o padrinos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, las súplicas de tu pueblo, junto con los dones que te presentamos para que los misterios de la Pascua que hemos comenzado a celebrar, nos obtengan, con tu ayuda, el remedio para conseguir la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de Pascua.


63. En la Plegaria eucarística, se hace memoria de los bautizados y de los padrinos, según las fórmulas que se encuentran en cada una de las Plegarias eucarísticas en el Misal y en el Ritual Romano.


64. Antes de decir Éste es el Cordero de Dios, el sacerdote puede exhortar brevemente a los neófitos sobre la primera Comunión que van a recibir y, sobre el valor de tan gran misterio, que es el culmen de la iniciación y el centro de toda la vida cristiana.

65. Es conveniente que los neófitos reciban la sagrada Comunión bajo las dos especies, junto con sus padrinos, madrinas, papás y esposos católicos, y con los catequistas laicos. Es conveniente también, con el consentimiento del obispo diocesano, donde las circunstancias lo aconsejen, que todos los fieles reciban la sagrada Comunión bajo las dos especies.



ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 5, 7-8)

Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado. Aleluya. Celebremos, pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad. Aleluya.

Conviene cantar el salmo 117.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad, para que, saciados con los sacramentos pascuales, vivamos siempre unidos en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

BENDICIÓN SOLEMNE


Que Dios todopoderoso, los bendiga en este día solemnísimo de la Pascua y, compadecido de ustedes, los guarde de todo pecado.


R. Amén.

Que les conceda el premio de la inmortalidad aquel que los ha redimido para la vida eterna con la resurrección de su Unigénito.

R. Amén.

Que ustedes, que una vez terminados los días de la Pasión, celebran con gozo la fiesta de la Pascua del Señor, puedan participar, con su gracia, del júbilo de la Pascua eterna.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén.

Puede usarse también la fórmula de bendición final del ritual para el Bautismo de los adultos o de los niños, de acuerdo a las circunstancias.

69. Para despedir al pueblo, el diácono o, en su ausencia, el mismo sacerdote canta o dice:

Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz, aleluya, aleluya.


O bien:


Pueden ir en paz, aleluya, aleluya.

Todos responden:

Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.


Esta fórmula de despedida se utiliza durante toda la octava de Pascua.

70. El cirio pascual se enciende en todas las celebraciones litúrgicas más solemnes de este tiempo.
Published in: on 29 marzo, 2024 at 15:43  Deja un comentario  

LECTURAS Y CELEBRACIÓN DEL VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR 29 DE MARZO (ROJO)

 

VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR



Viernes Santo, De la Pasión del Señor MR, p. 292 (297) / Lecc. I, p. 820

Día de ayuno y abstinencia

1. El día de hoy y el de mañana, por una antiquísima tradición, la Iglesia omite por completo la celebración del sacrificio eucarístico.


2. El altar debe estar desnudo por completo: sin cruz, sin candelabros y sin manteles.

3. Después del mediodía, alrededor de las tres de la tarde, a no ser que por razón pastoral se elija una hora más avanzada, se celebra la Pasión del Señor, que consta de tres partes: Liturgia de la Palabra, Adoración de la Cruz y Sagrada Comunión.

En este día la sagrada Comunión se distribuye a los fieles únicamente dentro de la celebración de la Pasión del Señor; pero a los enfermos que no puedan tomar parte en esta celebración, se les puede llevar a cualquier hora del día.

4. El sacerdote y el diácono, revestidos de color rojo como para la Misa, se dirigen al altar, y hecha la debida reverencia, se postran rostro en tierra o, si se juzga mejor, se arrodillan, y todos oran en silencio durante algún espacio de tiempo.

5. Después el sacerdote, con los ministros, se dirige a la sede, donde, vuelto hacia el pueblo, con las manos juntas, dice una de las siguientes oraciones:


ORACIÓN

No se dice "Oremos"


Acuérdate, Señor, de tu gran misericordia, y santifica a tus siervos con tu constante protección, ya que por ellos Cristo, tu Hijo, derramando su sangre, instituyó el misterio pascual. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. R/ Amén.


O bien:

Señor Dios, que por la Pasión de nuestro Señor Jesucristo nos libraste de la muerte heredada del antiguo pecado, concédenos asemejarnos a tu Hijo y haz que, así como naturalmente llevamos en nosotros la imagen del hombre terreno, por la gracia de la santificación, llevemos también la imagen del hombre celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

Primera parte

6. Luego todos se sientan y se hace la primera lectura, tomada del profeta Isaías, con su salmo.

LITURGIA DE LA PALABRA

Él fue traspasado por nuestros crímenes

Del libro del profeta Isaías: 52, 13-53, 12


He aquí que mi siervo prosperará, será engrandecido y exaltado, será puesto en alto. Muchos se horrorizaron al verlo, porque estaba desfigurado su semblante, que no tenía ya aspecto de hombre; pero muchos pueblos se llenaron de asombro. Ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán lo que nunca se habían imaginado.


¿Quién habrá de creer lo que hemos anunciado? ¿A quién se le revelará el poder del Señor? Creció en su presencia como planta débil, como una raíz en el desierto. No tenía gracia ni belleza. No vimos en él ningún aspecto atrayente; despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento; como uno del cual se aparta la mirada, despreciado y desestimado.

Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo tuvimos por leproso, herido por Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. El soportó el castigo que nos trae la paz. Por sus llagas hemos sido curados.

Todos andábamos errantes como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Cuando lo maltrataban, se humillaba y no abría la boca, como un cordero llevado a degollar; como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.

Inicuamente y contra toda justicia se lo llevaron. ¿Quién se preocupó de su suerte? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron de muerte por los pecados de mi pueblo, le dieron sepultura con los malhechores a la hora de su muerte, aunque no había cometido crímenes, ni hubo engaño en su boca.

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida como expiación, verá a sus descendientes, prolongará sus años y por medio de él prosperarán los designios del Señor. Por las fatigas de su alma, verá la luz y se saciará; con sus sufrimientos justificará mi siervo a muchos, cargando con los crímenes de ellos.

Por eso le daré una parte entre los grandes, y con los fuertes repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y fue contado entre los malhechores, cuando tomó sobre sí las culpas de todos e intercedió por los pecadores.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


Del salmo 30

R/. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.


A ti, Señor, me acojo, que no quede yo nunca defraudado. En tus manos encomiendo mi espíritu y tú, mi Dios leal, me librarás. R/.

Se burlan de mí mis enemigos, mis vecinos y parientes de mí se espantan, los que me ven pasar huyen de mí. Estoy en el olvido, como un muerto, como un objeto tirado en la basura. R/.

Pero yo, Señor, en ti confío. Tú eres mi Dios, y en tus manos está mi destino. Líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.

Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame, por tu misericordia. Sean fuertes y valientes de corazón, ustedes, los que esperan en el Señor. R/.



7. A continuación se hace la segunda lectura, tomada de la carta a los hebreos, con el canto antes del Evangelio.

Aprendió a obedecer y se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen.

De la carta a los hebreos: 4, 14-16; 5, 7-9


Hermanos: Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo. Mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que Él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado. Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.


Precisamente por eso, Cristo, durante su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección, se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen. 

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.



ACLAMACIÓN (Flp 2, 8-9)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.


Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R/.



8. Finalmente se lee la Pasión del Señor según san Juan, del mismo modo que el domingo precedente.

PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN (18, 1-19, 42)




Puede elegirse la lectura breve por razones pastorales

Cuando la lectura se hace alternada:

C = Cronista; S = "Sinagoga"; y † = Cristo

C. En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos.




Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo:




†. "¿A quién buscan?"

C. Le contestaron: "
S. A Jesús, el nazareno".
C. Les dijo Jesús:
†. "Yo soy".
C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles `Yo soy’, retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar: "
†. ¿A quién buscan?"
C. Ellos dijeron:
S. ‘A Jesús, el nazareno".
C. Jesús contestó:
†. "Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan".
C. Así se cumplió lo que Jesús había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me diste".
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado se llamaba Maleo. Dijo entonces Jesús a Pedro:
†. "Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?"
C. El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: ‘Conviene que muera un solo hombre por el pueblo’.
Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro:
S. `¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?"
C. Él dijo:
S. "No lo soy".
C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contestó:
†"Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho".
C. Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, diciéndole:
S. "¿Así contestas al sumo sacerdote?"
C. Jesús le respondió:
†. "Si he faltado al hablar, demuestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?"
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote. Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron:
S. "¿No eres tú también uno de sus discípulos?"
C. Él lo negó diciendo:
S. "No lo soy".
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo:
S. "¿Qué no te vi yo con él en el huerto?"
C. Pedro volvió a negarlo y en seguida cantó un gallo. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua.
Salió entonces Pilato a donde estaban ellos y les dijo:
S. ¿De qué acusan a este hombre?"
C. Le contestaron:
S. "Si éste no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído".
C. Pilato les dijo:
S. "Pues llévenselo y júzguenlo según su ley".
C. Los judíos le respondieron:
S. "No estamos autorizados para dar muerte a nadie".
C. Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.
Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. "¿Eres tú el rey de los judíos?"
C. Jesús le contestó:
†. "¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?"
C. Pilato le respondió:
S. "¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?"
C. Jesús le contestó:
†. "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí".
C. Pilato le dijo:
S. "¿Conque tú eres rey?"
C. Jesús le contestó:
†. "Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz".
C. Pilato le dijo:
S. "¿Y qué es la verdad?"
C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:
S. "No encuentro en él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?"
C. Pero todos ellos gritaron:
S. "¡No, a ése no! ¡A Barrabás!"
C. (El tal Barrabás era un bandido).
Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le echaron encima un manto color púrpura, y acercándose a él, le decían:
S. Viva el rey de los judíos!",
C. y le daban de bofetadas.
Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. "Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en él ninguna culpa".
C. Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:
S. "Aquí está el hombre".
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores, gritaron:
S. "¡Crucifícalo, crucifícalo!"
C. Pilato les dijo:
S. "Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él".
C. Los judíos le contestaron:
S. "Nosotros tenemos una ley y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios".
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús: S. "¿De dónde eres tú?"
C. Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces:
S. "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?"
C. Jesús le contestó:
†. "No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor".
C. Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. "¡Si sueltas a ése, no eres amigo del César!; porque todo el que pretende ser rey, es enemigo del César".
C. Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:
S. "Aquí tienen a su rey".
C. Ellos gritaron:
S. "¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!"
C. Pilato les dijo:
S. "¿A su rey voy a crucificar?"
C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. "No tenemos más rey que el César".
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús y él, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio llamado "la Calavera" (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron, y con él a otros dos, uno de cada lado, y en medio Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la cruz; en él estaba escrito: ‘Jesús el nazareno, el rey de los judíos’. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato:
S. "No escribas: ‘El rey de los judíos’, sino: ‘Este ha dicho: Soy rey de los judíos—.
C. Pilato les contestó:
S. "Lo escrito, escrito está".
C. Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Por eso se dijeron:
S. "No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le toca".
C. Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica Y eso hicieron los soldados.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre:
†. "Mujer, ahí está tu hijo".
C. Luego dijo al discípulo:
†. "Ahí está tu madre".
C. Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él.
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:
†. "Tengo sed".
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo:
†. "Todo está cumplido",
C. e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa
C. Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.
El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que lo dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas, según se acostumbra enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba cerca, allí pusieron a Jesús.


Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.



9. Después de la lectura de la Pasión, se tiene, si parece oportuno, una breve homilía, después de la cual el sacerdote puede exhortar a los fieles a orar durante un breve espacio de tiempo.

ORACIÓN UNIVERSAL


10. La Liturgia de la Palabra se termina con la oración universal, que se hace de esta manera: el diácono, junto al ambón, dice el invitatorio, en el cual se expresa la intención. Enseguida oran todos en silencio durante un breve espacio de tiempo y luego el sacerdote, de pie junto a la sedé o ante el altar, dice la oración con las manos extendidas. Los fieles pueden permanecer arrodillados o de pie durante todo el tiempo de las oraciones.


11. Las Conferencias Episcopales pueden aprobar algunas aclamaciones del pueblo antes de cada oración del sacerdote o disponer que se conserve la invitación tradicional del diácono: "Arrodillémonos, Levantémonos" y la costumbre de que los fieles se arrodillen en silencio durante la oración.

12. Cuando hay una grave necesidad pública, el Ordinario del lugar puede permitir o prescribir que se añada alguna intención especial.

13. De las oraciones que se presentan en el Misal, el sacerdote puede escoger las que sean más apropiadas para las circunstancias del lugar, cuidando, sin embargo, de que se conserve la serie de intenciones establecidas para la oración universal (Instrucción General del Misal Romano, n. 46).

I. Por la santa Iglesia


Oremos, queridos hermanos, por la santa Iglesia de Dios, para que nuestro Dios y Señor le conceda la paz y la unidad, se digne protegerla en toda la tierra y nos conceda glorificarlo, como Dios Padre omnipotente con una vida pacífica y serena.


Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todo poderoso y eterno, que en Cristo revelaste tu gloria a todas las naciones, conserva la obra de tu misericordia, para que tu Iglesia, extendida por toda la tierra, persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.


II. Por el Papa

Oremos también por nuestro Santo Padre, el Papa N., para que Dios nuestro Señor, que lo escogió para el orden de los obispos, lo conserve a salvo y sin daño para bien de su santa Iglesia, a fin de que pueda gobernar al pueblo santo de Dios.


Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, cuya sabiduría gobierna el universo, atiende favorablemente nuestras súplicas y protege con tu amor al Papa que nos diste, para que el pueblo cristiano, que tú mismo pastoreas, progrese bajo su cuidado en la firmeza de su fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.


III. Por el pueblo de Dios y sus ministros

Oremos también por nuestro obispo N., por todos los obispos, presbíteros y diáconos de la Iglesia, y por todo el pueblo santo de Dios.


Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que con tu Espíritu santificas y gobiernas a toda la Iglesia, escucha nuestras súplicas por tus ministros, para que, con la ayuda de tu gracia, te sirvan con fidelidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.


IV. Por los catecúmenos


Oremos también por los (nuestros) catecúmenos, para que Dios nuestro Señor abra los oídos de sus corazones y les manifieste su misericordia, y para que, mediante el bautismo, se les perdonen todos sus pecados y queden incorporados a Cristo, Señor nuestro.


Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todo poderoso y eterno, que sin cesar concedes nuevos hijos a tu Iglesia, acreciente la fe y el conocimiento a los (nuestros) catecúmenos, para que, renacido en la fuente bautismal, los cuentes entre tus hijos de adopción. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

V. Por la unidad de los cristianos


Oremos también por todos los hermanos que creen en Cristo, para que Dios nuestro Señor se digne congregar y custodiar en la única Iglesia a quienes procuran vivir en la verdad.


Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que reúnes a los que están dispersos y los mantienes en la unidad, mira benignamente la grey de tu Hijo, para que, a cuantos están consagrados por el único bautismo, también los una la integridad de la fe y los asocie el vínculo de la caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.



VI. Por los judíos


Oremos también por los judíos, para que a quienes Dios nuestro Señor habló primero, les conceda progresar continuamente en el amor de su nombre y en la fidelidad a su alianza.

Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que confiaste tus promesas a Abraham y a su descendencia, oye compasivo los ruegos de tu Iglesia, para que el pueblo que adquiriste primero como tuyo, merezca llegar a la plenitud de la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.


VII. Por los que no creen en Cristo


Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados por el Espíritu Santo, puedan ellos encontrar el camino de la salvación.

Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, concede a quienes no creen en Cristo, que, caminando en tu presencia con sinceridad de corazón, encuentren la verdad; y a nosotros concédenos crecer en el amor mutuo y en el deseo de comprender mejor los misterios de tu vida, a fin de que seamos testigos cada vez más auténticos de tu amor en el mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.



VIII. Por los que no creen en Dios


Oremos también por los que no conocen a Dios, para que, buscando con sinceridad lo que es recto, merezcan llegar hasta Él.

Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que creaste a todos los hombres para que deseándote te busquen, y para que al encontrarte descansen en ti; concédenos que, en medio de las dificultades de este mundo, al ver los signos de tu amor y el testimonio de las buenas obras de los creyentes, todos los hombres se alegren al confesarte como único Dios verdadero y Padre de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.


IX. Por los gobernantes


Oremos también por todos los gobernantes de las naciones, para que Dios nuestro Señor guíe sus mentes y corazones, según su voluntad providente, hacia la paz verdadera y la libertad de todos.

Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, en cuyas manos están los corazones de los hombres y los derechos de las naciones, mira con bondad a nuestros gobernantes, para que, con tu ayuda, se afiance en toda la tierra un auténtico progreso social, una paz duradera y una verdadera libertad religiosa. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.


X Por los que se encuentran en alguna tribulación

Oremos, hermanos muy queridos, a Dios Padre todopoderoso, para que libre al mundo de todos sus errores, aleje las enfermedades, alimente a los que tienen hambre, libere a los encarcelados y haga justicia a los oprimidos, conceda seguridad a los que viajan, un buen retorno a los que se hallan lejos del hogar, la salud a los enfermos y la salvación a los moribundos.


Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, consuelo de los afligidos y fortaleza de los que sufren, escucha a los que te invocan en su tribulación, para que todos experimenten en sus necesidades la alegría de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.



Segunda parte

ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ


14. Terminada la oración universal, se hace la adoración solemne de la santa Cruz. De las dos formas que se proponen a continuación para el descubrimiento de la cruz, elíjase la que se juzgue más apropiada pastoralmente, de acuerdo con las circunstancias.

Primera forma de mostrar la santa Cruz

15. Se lleva al altar la cruz, cubierta con un velo y acompañada por dos acólitos con velas encendidas.


El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la cruz, descubre un poco su extremo superior, la eleva y comienza a cantar el invitatorio "Mirad el árbol de la Cruz", cuyo canto prosigue juntamente con los ministros sagrados o, si es necesario, con el coro. Todos responden: "Venid y adoremos".


Terminado el canto, todos se arrodillan y adoran en silencio, durante algunos instantes, la cruz que el sacerdote, de pie, mantiene en alto.


Enseguida el sacerdote descubre el brazo derecho de la cruz y, elevándola de nuevo, comienza a cantar (en el mismo tono que antes) el invitatorio "Mirad el árbol de la Cruz", y se prosigue como la primera vez.

Finalmente descubre por completo la cruz y, volviéndola a elevar, comienza por tercera vez el invitatorio "Mirad el árbol de la Cruz", como la primera vez.


16. Enseguida, acompañado por dos acólitos con velas encendidas, el sacerdote lleva la cruz a la entrada del presbiterio o a otro sitio adecuado y la coloca ahí, o la entrega a los ministros o acólitos para que la sostengan, y se colocan las dos velas encendidas a los lados de la cruz.


Se hace luego la adoración de la santa Cruz como se indica más adelante, en el número 18.


Segunda forma de mostrar la santa Cruz

17. El sacerdote, el diácono u otro ministro idóneo, va a la puerta del templo juntamente con los acólitos. Ahí recibe la cruz ya descubierta. Los acólitos toman los ciriales encendidos, y todos avanzan en forma de procesión hacia el presbiterio a través del templo.

Cerca de la puerta del templo, el que lleva la cruz la levanta y canta el invitatorio "Mirad el árbol de la Cruz". Todos responden: "Venid y adoremos" y se arrodillan después de la respuesta, adorando un momento en silencio. Esto mismo se repite a la mitad de la iglesia y a la entrada del presbiterio. (El invitatorio se canta las tres veces en el mismo tono).

Enseguida se coloca la cruz a la entrada del presbiterio y se ponen a sus lados los ciriales, como se indica en el número 16.



INVITATORIO AL PRESENTAR LA SANTA CRUZ

V. Mirad el árbol de la Cruz donde estuvo clavado Cristo, el Salvador del mundo.

R/. Venid y adoremos.

ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ


18. El sacerdote, el clero y los fieles se acercan procesionalmente y adoran la cruz, haciendo delante de ella una genuflexión simple o algún otro signo de veneración (como el de besarla), según la costumbre de la región.


Mientras tanto, se canta la antífona "Tu Cruz adoramos", los Improperios, u otros cánticos apropiados. Todos, conforme van terminando de adorar la cruz, regresan a su lugar y se sientan.



19. Expóngase solamente una cruz a la adoración de los fieles. Si por el gran número de asistentes no todos pudieren acercarse, el sacerdote, después de que una parte de los fieles haya hecho la adoración, toma la cruz y, de pie ante el altar, invita a todo el pueblo, con breves palabras, a adorar la santa Cruz. Luego la levanta en alto por un momento, para que los fieles la adoren en silencio.

20. Terminada la adoración, la cruz es llevada al altar y puesta en su lugar. Los ciriales encendidos son colocados a los lados del altar o junto a la cruz.



CANTOS PARA LA ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ

Las partes que corresponden al primer coro, se indican con el número 1; las que corresponden al segundo, con el número 2; las que deben cantarse juntamente por los dos coros, con los números 1 y 2.

1 y 2. ANTÍFONA

Tu Cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos, pues del árbol de la Cruz ha venido la alegría al mundo entero.

1. SALMO 66, 2

Que el Señor se apiade de nosotros y nos bendiga, que nos muestre su rostro radiante y misericordioso.

1 y 2. ANTÍFONA

Tu Cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos, pues del árbol de la Cruz ha venido la alegría al mundo entero.

IMPROPERIOS I


1 y 2. Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, o en qué cosa te he ofendido? Respóndeme.


1. ¿Porque yo te saqué de Egipto, tú le has preparado una cruz a tu Salvador?


2. Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, o en qué cosa te he ofendido? Respóndeme.
1. Sanctus Deus. 2. Santo Dios.
1. Sanctus fortis. 2. Santo fuerte.
1. Sanctus immortalis, 2. Santo inmortal,
miserere nobis. ten piedad de nosotros.
1 y 2. ¿Porque yo te guié cuarenta años por el desierto, te alimenté con el maná y te introduje en una tierra fértil, tú le preparaste una cruz a tu Salvador? Sanctus Deus, etcétera.
1 y 2. ¿Qué más pude hacer, o qué dejé sin hacer por ti? Yo mismo te elegí y te planté, hermosa viña mía, pero tú te has vuelto áspera y amarga conmigo, porque en mi sed me diste de beber vinagre y has plantado una lanza en el costado a tu Salvador. Sanctus Deus, etcétera.



IMPROPERIOS II


1. Por ti yo azoté a Egipto y a sus primogénitos y tú me has entregado para que me azoten.


2. R/. Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, o en qué cosa te he ofendido? Respóndeme.


1. Yo te saqué de Egipto y te libré del faraón en el Mar Rojo, y tú me has entregado a los sumos sacerdotes. 2. R/.
1. Yo te abrí camino por el mar, y tú me has abierto el costado con tu lanza. 2. R/.
1. Yo te serví de guía con una columna de nubes y tú me has conducido al pretorio de Pilato. 2. R/.
1. Yo te di de comer maná en el desierto y tú me has dado de bofetadas y de azotes. 2. R/.
1. Yo te di a beber el agua salvadora que brotó de la peña y tú me has dado a beber hiel y vinagre. 2. R/.
1. Por ti yo herí a los reyes cananeos y tú, con una caña, me has herido en la cabeza. 2. R/.
1. Yo puse en tus manos un cetro real y tú me has puesto en la cabeza una corona de espinas. 2. R/.
1. Yo te exalté con mi omnipotencia y tú me has hecho subir a la deshonra de la Cruz. 2. R/.



HIMNO

Después de cada estrofa, se van diciendo alternados los versos R. 1 y R.2.

R. 1. Cruz amable y redentora, 
árbol noble, espléndido.
Ningún árbol fue tan rico,

ni en sus frutos ni en su flor.


Cuando Adán, movido a engaño, 

comió el fruto del Edén,
el Creador, compadecido,

desde entonces decretó
que un árbol nos devolviera
lo que un árbol nos quitó.


R. 2. Dulce leño, dulces clavos, 

dulce el fruto que nos dio.

Quiso, con sus propias armas, 

vencer Dios al seductor,
la sabiduría a la astucia

fiero duelo le aceptó,
para hacer surgir la vida
donde la muerte brotó. R. 1


Cuando el tiempo hubo llegado, 

el Eterno nos envió
a su Hijo desde el cielo,

Dios eterno como Él,
que en el seno de una Virgen
carne humana revistió. R. 1


Ya se enfrenta a las injurias,

a los golpes y al rencor,
ya la sangre está brotando

de la fuente de salud.
En qué río tan divino
se ha lavado la creación. R. 1


Árbol santo, cruz excelsa,

tu dureza ablanda ya,
que tus ramas se dobleguen

al morir el Redentor
y en tu tronco, suavizado,
lo sostengas con piedad. R. 2


Feliz puerto preparaste

para el mundo náufrago
y el rescate presentaste

para nuestra redención,
pues la Sangre del Cordero
en tus brazos se ofrendó. R. 1


Conclusión que nunca debe omitirse:


Elevemos jubilosos

a la augusta Trinidad
nuestra gratitud inmensa

por su amor y redención,
al eterno Padre, al Hijo,
y al Espíritu de amor. Amén.



Tercera parte

SAGRADA COMUNIÓN


21. Se extiende un mantel sobre el altar y se pone sobre él un corporal y el libro. Enseguida el diácono o, en su defecto, el mismo sacerdote, trae el Santísimo Sacramento del lugar del depósito directamente al altar, mientras todos permanecen de pie y en silencio. Dos acólitos, con candelabros encendidos, acompañan al Santísimo Sacramento y depositan luego los candelabros a los lados del altar o sobre él.


22. Después de que el diácono ha depositado el Santísimo Sacramento sobre el altar y ha descubierto el copón, se acerca el sacerdote y, previa genuflexión, sube al altar. Ahí, teniendo las manos juntas, dice con voz clara:
Fieles a la recomendación del Salvador, y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

El sacerdote, con las manos extendidas, dice junto con el pueblo:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo en voz alta:

Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

Junta las manos. El pueblo concluye la oración, aclamando:
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.

23. A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:

Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

24. Enseguida hace genuflexión, toma una partícula, la mantiene un poco elevada sobre el pixis y dice en voz alta de cara al pueblo:

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Y, juntamente con el pueblo, añade una sola vez:

Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

Luego, comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo.

25. Después distribuye la Comunión a los fieles. Durante la Comunión se pueden entonar cantos apropiados.

26. Acabada la Comunión, un ministro idóneo lleva el pixis a algún lugar especialmente preparado fuera de la iglesia, o bien, si lo exigen las circunstancias, lo reserva en el sagrario.

27. Después el sacerdote, guardado si lo cree oportuno un breve silencio, dice la siguiente oración:



ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que nos has redimido con la gloriosa muerte y resurrección de Jesucristo, por medio de nuestra participación en este sacramento prosigue en nosotros la obra de tu amor y ayúdanos a vivir entregados siempre a tu servicio. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

28. Como despedida, el sacerdote, de pie y vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos sobre él, dice la siguiente oración:

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO


Envía, Señor, tu bendición sobre estos fieles tuyos que han conmemorado la muerte de tu Hijo y esperan resucitar con él; concédeles tu perdón y tu consuelo, fortalece su fe y condúcelos a su eterna salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.


Y todos se retiran en silencio. A su debido tiempo se desnuda el altar.

29. Los que asistieron a esta solemne acción litúrgica de la tarde, no están obligados a rezar Vísperas.

Published in: on 28 marzo, 2024 at 15:20  Deja un comentario  

LECTURAS DEL JUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR 28 DE MARZO (BLANCO)

 

Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan.







Misa vespertina de la Cena del Señor


Según una antiquísima tradición de la Iglesia, en este día se prohíben todas las Misas sin asistencia del pueblo.

En la tarde, a la hora más oportuna, se celebra la Misa de la Cena del Señor, con la participación de toda la comunidad local y con la intervención, según su propio oficio, de todos los sacerdotes y ministros.

Los sacerdotes que hayan celebrado ya en la Misa del Santo Crisma o por alguna razón pastoral, pueden concelebrar en la Misa vespertina. Donde lo pida el bien de la comunidad, el Ordinario del lugar puede permitir que se celebre otra Misa en la tarde en templos u oratorios públicos o semipúblicos; y en caso de verdadera necesidad, aun en la mañana, pero solamente en favor de los fieles que de ninguna manera puedan asistir a la Misa de la tarde. Téngase cuidado, sin embargo, de que estas celebraciones no se hagan en provecho de personas particulares y de que no sean en perjuicio de la asistencia a la Misa vespertina principal. La sagrada Comunión se puede distribuir a los fieles sólo dentro de la Misa; pero a los enfermos se les puede llevar a cualquier hora del día.

Los fieles que hayan comulgado en la mañana en la Misa del Santo Crisma, pueden comulgar de nuevo en la Misa de la tarde.

RITOS INICIALES Y LITURGIA DE LA PALABRA

1. El sagrario debe estar completamente vacío. Conságrense en esta Misa suficientes hostias, de modo que alcancen para la Comunión del clero y del pueblo, hoy y mañana.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Gal 6, 14

Debemos gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, porque en él está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección, y por él fuimos salvados y redimidos.

2. Se dice Gloria. Mientras se canta este himno, se tocan las campanas. Terminado el canto, las campanas no vuelven a tocarse hasta la Vigilia Pascual, a no ser que la Conferencia Episcopal o el Ordinario dispongan otra cosa.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, reunidos para celebrar la santísima Cena en la que tu Hijo unigénito, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el nuevo y eterno sacrificio, banquete pascual de su amor, concédenos que, de tan sublime misterio, brote para nosotros la plenitud del amor y de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Prescripciones sobre la cena pascual.

Del libro del Éxodo: 12, 1-8. 11-14

En aquellos días, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: "Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: ‘El día diez de este mes, tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.

Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán panes sin levadura y hierbas amargas. Comerán así: con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.

Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto.

Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua"’. 

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 115

R/. Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor. R/.

A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. R/.

Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo. R/.


Cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 11, 23-26

Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he trasmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".

Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él".
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.



ACLAMACIÓN Jn 13, 34

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús


Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. R/.

Los amó hasta el extremo.

Del santo Evangelio según san Juan: 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.

Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: "Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?" Jesús le replicó: "Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde". Pedro le dijo: "Tú no me lavarás los pies jamás". Jesús le contestó: "Si no te lavo, no tendrás parte conmigo". Entonces le dijo Simón Pedro: "En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza". Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos". Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: ‘No todos están limpios’.

Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

3. En la homilía se exponen los grandes hechos que se recuerdan en esta Misa, es decir, la institución de la Sagrada Eucaristía y del Orden Sacerdotal y el mandato del Señor sobre la caridad fraterna. Después de la homilía, donde lo aconseje el bien pastoral, se lleva a cabo el lavatorio de los pies.

LAVATORIO DE LOS PIES

4. Los varones designados para el rito van, acompañados por los ministros, a ocupar los asientos preparados para ellos en un lugar visible.

El celebrante, quitada la casulla si es necesario, se acerca a cada una de las personas designadas y, con la ayuda de los ministros, les lava los pies y se los seca.

5. Mientras tanto, se canta alguna de las siguientes antífonas o algún canto apropiado.


ANTÍFONA PRIMERA Cfr. Jn 13, 4. 5. 15

El Señor se levantó de la mesa, echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de sus discípulos para darles ejemplo.

ANTÍFONA SEGUNDA Cfr. Jn 13, 12. 13. 15


El Señor Jesús, después de haber cenado con sus discípulos, lavó sus pies y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes, yo, el Señor y el Maestro? Les he dado ejemplo, para que también ustedes lo hagan”.

ANTÍFONA TERCERA Jn 13, 6. 7. 8

Señor, ¿pretendes tú, lavarme a mí los pies?

Jesús le respondió:


Si no te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo.

V. Fue Jesús hacia Simón Pedro y éste le dijo:
— Señor…

V. Lo que yo estoy haciendo, tú no lo entiendes ahora; lo entenderás más tarde.

— Señor…


ANTÍFONA CUARTA Cfr. Jn 13, 14

Si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, ¡con cuánta mayor razón ustedes deben lavarse los pies unos a otros!

ANTÍFONA QUINTA (Jn 13, 35)

En esto reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: en que se amen los unos a los otros.

V. Jesús dice a sus discípulos:

— En esto reconocerán todos…

ANTÍFONA SEXTA Jn 13, 34

Este nuevo mandamiento les doy: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado, dice el Señor.

ANTÍFONA SÉPTIMA 1 Co 13, 13

Que permanezcan en ustedes la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres virtudes es el amor.

V. Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres virtudes es el amor.

— Que permanezcan…

6. Inmediatamente después del lavatorio de los pies o, si éste no tuvo lugar, después de la homilía, se hace la Oración universal.

No se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Supliquemos, hermanos, a Cristo, el Ungido de Dios, en cuyas manos el Padre ha puesto todas las cosas, y pidámosle que escuche nuestra oración:


Para que todos los cristianos sepan seguir el ejemplo de humildad del Señor, que lavó los pies de sus discípulos, e imiten la bondad de aquel que aceptó las lágrimas de Pedro, que lo había negado, roguemos al Señor.

Para que nuestro obispo N., y sus presbíteros, que en estos días han recordado el inicio de su ministerio y han renovado sus promesas, vivan plenamente conforme a Jesús y sean siempre fieles a lo que en su ordenación prometieron, roguemos al Señor.

Para que el Señor, que se entregó a la muerte para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos, inspire sentimientos de conversión a los que por el pecado o la indiferencia se han alejado de la Iglesia, roguemos al Señor.
Para que los enfermos, al ser ungidos con el óleo de la salvación que nuestro obispo acaba de consagrar, experimenten la protección del Señor y sientan mejora en su enfermedad y alivio en sus dolores, roguemos al Señor.
Para que el Señor, que con su humillación nos exalta, con su entrega nos merece el perdón, con su sangre nos purifica y con su carne nos alimenta, ilumine también nuestras mentes para que comprendamos y amemos los misterios que hoy conmemoramos, roguemos al Señor.
Señor Jesucristo, ya que mientras vivimos aún en este mundo, nos invitas a participar en la mesa que es imagen del banquete eterno, escucha nuestra oración y haz que los que ahora nos reunimos para celebrar el sacramento de tu triunfo podamos ser también tus comensales en el banquete de la Pascua eterna. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.


LITURGIA EUCARÍSTICA

7. Al comienzo de la Liturgia Eucarística, puede organizarse una procesión de los fieles, en la que se lleven dones para los pobres. Mientras tanto, se canta el siguiente himno "Ubi caritas est vera" (A Dios siempre lo encontramos donde hay amor) u otro cántico apropiado.

Ant. A Dios siempre lo encontramos donde hay amor.

El amor de Jesucristo nos ha unido, ha llenado nuestras almas de alegría. Abstengámonos, por lo tanto, de ofenderlo y aprendamos a encontrarlo en nuestro hermano.

Ant. A Dios siempre lo encontramos donde hay amor.

Ya que estamos en Cristo congregados, que ya nada pueda nunca separarnos. Cesen ya los rencores y las guerras, y que en Cristo nos miremos como hermanos.

Ant. A Dios siempre lo encontramos donde hay amor.

Haz que todos merezcamos en el cielo, con los ángeles y santos, ver tu rostro. Cumpliremos así todo nuestro anhelo, y darás a nuestras almas gozo eterno. Amén.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial de la muerte de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO I DE LA EUCARISTÍA

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.

El cual, verdadero y eterno sacerdote, al instituir el sacramento del sacrificio perdurable, se ofreció a ti como víctima salvadora, y nos mandó que lo ofreciéramos como memorial suyo.

Cuando comemos su carne, inmolada por nosotros, quedamos fortalecidos; y cuando bebemos su sangre, derramada por nosotros, quedamos limpios de nuestros pecados.

Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo…

Si se usan las Plegarias eucarísticas II o III, nótese la referencia que se hace de esta Misa.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 11, 24. 25)

Éste es mi Cuerpo, que se da por ustedes. Este cáliz es la nueva alianza establecida por mi Sangre; cuantas veces lo beban, háganlo en memoria mía, dice el Señor.

8. Después de distribuir la Comunión, se deja sobre el altar un copón con hostias para la Comunión del día siguiente, y se termina la Misa con esta oración.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, tú que nos permites disfrutar en esta vida de la Cena instituida por tu Hijo, concédenos participar también del banquete celestial en tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.

TRASLACIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO


9. Dicha la oración después de la Comunión, el sacerdote, de pie ante el altar, pone incienso en el incensario y, arrodillado, inciensa tres veces al Santísimo Sacramento. Enseguida recibe el paño de hombros, toma en sus manos el copón y lo cubre con las extremidades del paño.

10. Se forma entonces la procesión para llevar al Santísimo Sacramento a través del templo, hasta el sitio donde se le va a guardar. Va adelante un acólito con la cruz alta; otros acólitos acompañan al Santísimo Sacramento con ciriales e incienso. El lugar de depósito debe estar preparado en alguna capilla convenientemente adornada. Durante la procesión, se canta el himno "Pange lingua" (excepto las dos últimas estrofas) o algún otro canto eucarístico.

11. Al llegar la procesión al lugar donde va a depositarse el Santísimo Sacramento, el sacerdote deposita el copón y, poniendo de nuevo incienso en el incensario, lo inciensa arrodillado, mientras se canta la parte final del himno "Tantum ergo". Enseguida se cierra el tabernáculo o la urna del depósito.

12. Después de unos momentos de adoración en silencio, el sacerdote y los ministros hacen genuflexión y vuelven a la sacristía.

13. Enseguida se desnuda el altar y, si es posible, se quitan del templo las cruces. Si algunas no se pueden quitar, es conveniente que queden cubiertas con un velo.

14. Quienes asistieron a la Misa vespertina no están obligados a rezar Vísperas.


15. Exhórtese a los fieles, según las circunstancias y costumbres del lugar, a dedicar alguna parte de su tiempo, en la noche, a la adoración delante del Santísimo Sacramento. Esta adoración, después de la media noche, hágase sin solemnidad.

Published in: on 27 marzo, 2024 at 15:03  Deja un comentario  

LECTURAS DEL MIÉRCOLES SANTO 27 DE MARZO (MORADO)

 

"Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme".





Miércoles de la Semana Santa MR, p. 260 (274) / Lecc. I, p. 808

SAN RUPERTO DE SALZBURGO OBISPO

ANTÍFONA DE ENTRADA Flp 2, 10. 8. 11

Que al nombre de Jesús, toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra y en los abismos, porque el Señor se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre.

ORACIÓN COLECTA

Padre misericordioso, que para librarnos del poder del enemigo quisiste que tu hijo sufriera por nosotros el suplicio de la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

No apartaré mi rostro de los insultos.

Del libro del profeta Isaías 50, 4-9

En aquel entonces, dijo Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro a los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado. Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?

Palabra, de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo 68

R. Por tu bondad, Señor, socórreme.

Por ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre: pues me devora el celo de tu casa, el odio del que te odia, en mí recae. R.

La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero compasión y no la hallo: Busco consoladores y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre. R.

En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido. Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado. R.


ACLAMACIÓN

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.


Señor Jesús, Rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio. R.

¡Ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado!

Del santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: ¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?" Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselos. El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: "¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?" El respondió: "Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: `El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’.

Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les dijo: "Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme". Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: "¿Acaso soy yo, Señor?" Él respondió: "El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de Él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido". Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: "¿Acaso soy yo Maestro?" Jesús le respondió: "Tú lo has dicho".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, los dones que te presentamos y concédenos que la pasión de tu Hijo, que celebramos en este sacramento, fructifique plenamente en nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR II


ANTÍFONA DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Mt 20,28

El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida para redención de todos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Señor, Dios nuestro, creer profundamente que por la muerte temporal de tu Hijo, proclamada en estos santos misterios, tú nos has dado la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Opcional

Dios y Padre nuestro, concede a tu pueblo frecuentar los sacramentos pascuales y esperar con vive deseo los bienes futuros para que, manteniéndose fiel a los santos misterios de los que ha renacido, se sienta impulsado por ellos a una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Published in: on 26 marzo, 2024 at 15:54  Deja un comentario  

LECTURAS DEL MARTES SANTO 26 DE MARZO (MORADO)

 

Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que me hayas negado tres veces.




SAN BRAULIO OBISPO

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 26, 2

No me entregues, Señor, al odio de los que me persiguen, pues han surgido contra mí testigos falsos que respiran violencia.

ORACIÓN COLECTA

Concédenos, Dios todopoderoso y eterno, celebrar de tal modo los sacramentos de la pasión del Señor, que nos hagamos dignos de recibir tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Te convertiré en luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los últimos rincones de la tierra.

Del libro del profeta Isaías 49, 1-6


Escúchenme, Islas; pueblos lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó desde el vientre de mi madre: cuando aún estaba yo en el seno materno. Él pronunció mi nombre.


Hizo de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su mano, me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo: "Tú eres mi siervo. Israel; en ti manifestaré mi gloria". Entonces yo pensé: "En vano me he cansado, inútilmente he gastado mis fuerzas; en realidad mi causa estaba en manos del Señor, mi recompensa la tenía mi Dios". Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a Él y congregar a Israel en torno suyo —tanto así me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza—. Ahora, pues, dice el Señor: "Es poco que seas mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a convertir en luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


Del salmo 70

R. En ti, Señor, he puesto mi esperanza.


Señor, tú eres mi esperanza, que no quede yo jamás defraudado. Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme; escucha mi oración y ponme a salvo. R.

Sé para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves. Y pues eres mi auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados. R.

Señor, tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío. Desde que estaba en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me sostenías. R.

Yo proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. Me enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo. R.


ACLAMACIÓN





R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.


Señor Jesús, Rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio. R.

Uno de ustedes me entregará. No cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces.



Del santo Evangelio según san Juan 13, 21-33.36-38


En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró: "Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar". Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una seña y le preguntó: "¿De quién lo dice?" Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: "Señor, ¿quién es?" Le contestó Jesús: "Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar". Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró en él Satanás.


Jesús le dijo entonces a Judas: "Lo que tienes que hacer, hazlo pronto". Pero ninguno de los comensales entendió a qué se refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de noche.

Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: "Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.

Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden ir’. Simón Pedro le dijo: "Señor, ¿a dónde vas?" Jesús le respondió: "A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; me seguirás más tarde". Pedro replicó: "Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti". Jesús le contestó: "¿Conque darás tu vida por mí?

Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que me hayas negado tres veces".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira con bondad, Señor, las ofrendas de esta familia tuya y, ya que la hiciste partícipe de tus sagrados dones, concédele obtener plenamente su fruto. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR II

ANTÍFONA DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Rm 8, 32

Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Alimentados por estos dones de salvación, suplicamos, Señor tu misericordia, para que este Sacramento, que nos nutre en nuestra vida temporal, nos haga partícipes de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Opcional

Dios y Padre nuestro, al pueblo que quiere obedecerte, purifícalo de la antigua maldad por tu misericordia y hazlo capaz de una santa renovación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Published in: on 25 marzo, 2024 at 15:45  Deja un comentario  

LECTURAS DEL LUNES SANTO 25 DE MARZO (MORADO)

 

María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él.




Lunes de la Semana Santa MR, p. 258 (272); Lecc. I, p. 802

SANTA LUCÍA FILIPPINI FUNDADORA

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 34, 1-2; Sal 139, 8

Juzga, Señor, a los que me hacen daño, ataca a los que me atacan, toma las armas y el escudo, levántate y ven en mi ayuda. Señor, mi fuerza de salvación.

ORACIÓN COLECTA

Te rogamos, Dios todopoderoso, que quienes desfallecemos a causa de nuestra debilidad, nos recuperemos gracias a la pasión de tu Unigénito. El, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

No gritará ni hará oír su voz en las plazas.

Del libro del profeta Isaías 42, 1-7

Miren a mi siervo, a quien sostengo, a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En Él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará ni clamará, no hará oír su voz en las plazas, no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea. Proclamará la justicia con firmeza, no titubeará ni se doblegará, hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y hasta que las islas escuchen su enseñanza.

Esto dice el Señor Dios, el que creó el cielo y lo extendió, el que dio firmeza a la tierra, con lo que en ella brota; el que dio el aliento a la gente que habita la tierra y la respiración a cuanto se mueve en ella: "Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llamé, te tomé de la mano; te he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 26

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar? R. Cuando me asaltan los malvados para devorarme, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. R.

Aunque se lance contra mí un ejército, no temerá mi corazón; aun cuando hagan la guerra contra mí, tendré plena confianza en el Señor. R.

La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía. R.

ACLAMACIÓN





R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas. R.


Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura.

Del santo Evangelio según san Juan 12, 1-11

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Martha servía y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume.

Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar a Jesús, exclamó: "¿por qué no se ha vendido ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?" Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella.

Entonces dijo Jesús: "Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán". Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían en Jesús.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.



ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira con bondad, Señor, los sagrados misterios que estamos celebrando y ya que en tu misericordia dispusiste que nos sirvieran para desechar nuestros falsos criterios, concédenos que nos ayuden a producir verdaderos frutos de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio II de la Pasión del Señor

ANTÍFONA DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

No apartes tu rostro de mí. En el día de mi tribulación, inclina a mí tu oído, y, siempre que te invoque, respóndeme enseguida.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Visita, Señor, a tu pueblo y protege con tu constante amor a quienes has santificado por estos misterios, para que recibamos de tu misericordia y conservemos con tu protección, los auxilios para nuestra salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Opcional

Dios y Padre nuestro, que tu protección socorra a los humildes y asista continuamente a quienes confían en tu misericordia, para que se preparen a celebrar las fiestas pascuales no sólo con acciones corporales, sino sobre todo con pureza de corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Published in: on 24 marzo, 2024 at 15:37  Deja un comentario  

LECTURAS DEL DOMINGO DE RAMOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR 24 DE MARZO (ROJO)

 

Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén





SANTA CATALINA DE SUECIA VIRGEN


I. Primera forma: Procesión

A la hora señalada, los fieles se reúnen en una iglesia menor o en algún otro lugar adecuado, fuera del templo hacia el cual va a dirigirse la procesión. Los fieles llevan ramos en la mano.

El sacerdote y los ministros, revestidos con los ornamentos rojos requeridos para la misa, se acercan al lugar donde el pueblo está congregado.

El sacerdote, en lugar de casulla, puede usar la capa pluvial, que dejará después de la procesión.

Entretanto se canta la antífona siguiente u otro cántico adecuado:

ANTÍFONA (Mt 21, 9)

Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. Hosanna en el cielo.

En seguida el sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada y hace una breve exhortación para invitar a los fieles a participar activa y conscientemente en la celebración de este día. Puede hacerlo con estas o semejantes palabras:

Queridos hermanos: Después de habernos preparado desde el principio de la Cuaresma con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos para iniciar, unidos con toda la Iglesia, la celebración anual de los misterios de la pasión y la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, misterios que empezaron con la entrada de Jesús en Jerusalén. Acompañemos con fe y devoción a nuestro Salvador en su entrada triunfal a la ciudad santa, para que, participando ahora de su cruz, podamos participar un día de su gloriosa resurrección y de su vida.

Después de esta exhortación, el sacerdote, teniendo juntas las manos, dice una de las dos oraciones siguientes:

Oremos: Dios todopoderoso y eterno, dígnate bendecir estos ramos y concede a cuantos acompañamos ahora jubilosos a Cristo, nuestro rey y Señor, reunirnos con Él en la Jerusalén del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.

O bien:

Oremos: Aumenta, Señor, la fe de los que tenemos en ti nuestra esperanza y concede a quienes agitamos estas palmas en honor de Cristo victorioso, permanecer unidos a Él para dar frutos de buenas obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

Y en silencio rocía los ramos con agua bendita.

En seguida se dice el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, según san Marcos o san Juan. Lo lee el diácono o, en su defecto el sacerdote de la manera acostumbrada.

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

Del santo Evangelio según san Marcos: 11, 1-10

Cuando Jesús y los suyos iban de camino a Jerusalén, al llegar a Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, les dijo a dos de sus discípulos: "Vayan al pueblo que ven allí enfrente; al entrar, encontrarán amarrado un burro que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganmelo. Si alguien les pregunta por qué lo hacen, contéstenle: ‘El Señor lo necesita y lo devolverá pronto’ ".

Fueron y encontraron al burro en la calle, atado junto a una puerta, y lo desamarraron. Algunos de los que allí estaban les preguntaron: "¿Por qué sueltan al burro?". Ellos les contestaron lo que había dicho Jesús y ya nadie los molestó. Llevaron el burro, le echaron encima los mantos y Jesús montó en él. Muchos extendían su manto en el camino, y otros lo tapizaban con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante de Jesús y los que lo seguían, iban gritando vivas: "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en el cielo!".



Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

O bien:

Del santo Evangelio según san Juan: 12, 12-16


En aquel tiempo, al enterarse la gran muchedumbre que había llegado para la fiesta de que Jesús se dirigía a Jerusalén, cortaron hojas de palmera y salieron a su encuentro, gritando: "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel!".

Habiendo encontrado Jesús un burrito, lo montó, como está escrito: No tengas temor, hija de Sión, mira y que tu rey viene a ti montado en un burrito.

Sus discípulos no entendieron estas cosas al principio, pero cuando Jesús fue glorificado, se acordaron de que habían sido escritas acerca de Él y que ellos las habían cumplido.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Después del Evangelio, si se cree oportuno, puede tenerse una breve homilía. Al iniciar la procesión, el celebrante u otro ministro idóneo pueden hacer una exhortación con estas palabras u otras parecidas:

Queridos hermanos: Como la muchedumbre que aclamaba a Jesús, acompañemos también nosotros, con júbilo, al Señor.

Y se inicia la procesión hacia el templo donde va a celebrarse la misa. Si se usa el incienso, el turiferario va adelante con el incensario, en el cual habrá puesto incienso previamente; en seguida, un ministro con la cruz adornada y, a su lado, dos acólitos con velas encendidas. Sigue luego el sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fieles con ramos en las manos. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo entonan los cánticos siguientes u otros apropiados.

ANTÍFONA I

Los hijos de Israel, llevando ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor clamando: "Hosanna en el cielo".

Si se cree conveniente, puede alternarse esta antífona con los versículos del salmo 23.

SALMO 23

Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan, pues Él lo edificó sobre los mares, Él fue quien lo asentó sobre los ríos.


¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso.

Ése obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Ésta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob.

¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el Rey de la gloria!

Y ¿quién es el Rey de la gloria? Es el Señor, fuerte y poderoso, el Señor, poderoso en la batalla.

¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el Rey de la gloria!

Y ¿quién es el Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.

ANTÍFONA II

Los hijos de Israel extendían sus mantos por el camino y clamaban: "Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor".

Si se cree conveniente, puede alternarse esta antífona con los versículos del salmo 46.

SALMO 46

Aplaudan, pueblos todos; aclamen al Señor, de gozo llenos; que el Señor, el Altísimo, es terrible y de toda la tierra, rey supremo.

Fue Él quien nos puso por encima de todas las naciones y los pueblos, al elegirnos como herencia suya, orgullo de Jacob, su predilecto.

Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono. Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos.

Porque Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de nuestros cantos. Reina Dios sobre todas las naciones desde su trono santo.

Los jefes de los pueblos se han reunido con el pueblo de Dios, Dios de Abraham, porque de Dios son los grandes de la tierra. Por encima de todo Dios está.

HIMNO A CRISTO REY

¡Que viva mi Cristo,


que viva mi Rey,


que impere doquiera


triunfante su ley! (2)
¡Viva Cristo Rey,
viva Cristo Rey!

1. Mexicanos, un Padre tenemos


que nos dio de la patria la unión,


a ese Padre gozosos cantemos


empuñando con fe su pendón.
que su Hijo nos dio por la cruz.

2. Demos gracias al Padre


que ha hecho que tengamos


de herencia la luz


y podamos vivir en el reino



3. Dios le dio el poder, la


victoria; pueblos todos, venid y


alabad a este Rey de los cielos y


tierra en quien sólo tenemos la paz.



4. Rey eterno, Rey universal,


en quien todo ya se restauró, te


rogamos que todos los pueblos


sean unidos en un solo amor.

Al entrar la procesión en la iglesia, se canta el responsorio siguiente u otro cántico alusivo a la entrada del Señor en Jerusalén:

RESPONSORIO

R/. Al entrar el Señor en la ciudad santa, los hijos de Israel, anticipándose a la resurrección del Señor de la vida, con palmas en las manos, clamaban: Hosanna en el cielo.

V/. Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió a su encuentro con palmas en las manos, clamando: Hosanna en el cielo.

El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia y, si lo juzga oportuno, lo inciensa. Luego se dirige a la sede (se quita la capa pluvial, si la usó, y se pone la casulla) y, omitida toda otra ceremonia, da fin a la procesión diciendo la oración colecta y prosigue la misa de la manera acostumbrada.

Segunda forma: Entrada solemne

Donde no se pueda hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada del Señor se celebra dentro del templo por medio de una entrada solemne, antes de la misa principal.

Los fieles se reúnen ante la puerta del templo, o bien, dentro del mismo templo, llevando los ramos en la mano. El sacerdote, los ministros y algunos de los fieles, van a algún sitio adecuado del templo, fuera del presbiterio, en donde pueda ser vista fácilmente la ceremonia, al menos por la mayor parte de la asamblea.

Mientras el sacerdote se dirige al sitio indicado, se canta la antífona "Hosanna al Hijo de David" o algún otro cántico adecuado. Después se bendicen los ramos y se lee el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, como se indicó anteriormente. Después del Evangelio, el sacerdote va solemnemente hacia el presbiterio a través del templo, acompañado por los ministros y por algunos fieles, mientras se canta el responsorio "Al entrar el Señor", u otro cántico apropiado.

Al llegar al altar, el sacerdote hace la debida reverencia. En seguida va a la sede y, omitida toda otra ceremonia, dice la colecta de la misa, que prosigue luego de la manera acostumbrada.

III. Tercera forma: Entrada sencilla

En todas las demás misas de este domingo, en las que no se hace la entrada solemne, se recuerda la entrada del Señor en Jerusalén por medio de una entrada sencilla.

Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona de entrada con su salmo u otro cántico sobre el mismo tema. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia, va a la sede y saluda al pueblo. Luego sigue la misa de la manera acostumbrada.

En las misas sin pueblo y en las misas en que no es posible cantar la antífona de entrada, el sacerdote, después de llegar al altar y de haber hecho la debida reverencia, saluda al pueblo, lee la antífona de entrada y prosigue la misa de la manera acostumbrada.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 23, 9-10)

Seis días antes de la Pascua, cuando el Señor entró en Jerusalén, salieron los niños a su encuentro llevando en sus manos hojas de palmera y gritando: Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia.

Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el Rey de la gloria. Y ¿quién es ese Rey de la gloria? El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria. Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia.

Cuando no se puede hacer ni la procesión, ni la entrada solemne, es conveniente hacer una celebración de la palabra de Dios, acerca de la entrada mesiánica y de la Pasión del Señor, ya sea el sábado en la tarde, o bien, el domingo, a la hora más oportuna.

LA MISA

Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la misa con la oración colecta.

ORACIÓN COLECTA


Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se hiciera hombre y padeciera en la cruz para dar al género humano ejemplo de humildad, concédenos, benigno, seguir las enseñanzas de su pasión y que merezcamos participar de su gloriosa resurrección. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


Dada la importancia de la Pasión del Señor, el sacerdote, en las misas con el pueblo, y de acuerdo con las características de los fieles de cada asamblea, puede omitir, si hay alguna razón verdaderamente importante, una de las dos primeras lecturas, o ambas, y leer sólo la Pasión del Señor, aun en su forma breve.

LITURGIA DE LA PALABRA

No aparté mi rostro de los insultos, y sé que no quedaré avergonzado.

Del libro del profeta Isaías: 50, 4-7

En aquel entonces dijo Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás.


Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 21

R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: "Confiaba en el Señor, pues que Él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre". R/.


Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos. R/.

Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado. R/.

A mis hermanos contaré tu gloria y en la asamblea alabaré tu nombre. Que alaben al Señor los que lo temen. Que el pueblo de Israel siempre lo adore. R/.

Cristo se humilló a sí mismo; por eso Dios lo exaltó.

De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 2, 6-11

Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.


Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. 

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN Flp 2, 8-9

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.




Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R/.

No se llevan velas ni incienso para la lectura de la Pasión del Señor, ni se hace al principio el saludo, ni se signa el libro. La lectura la hacen un diácono o, en su defecto, el sacerdote. Puede también ser hecha por lectores, reservando al sacerdote, si es posible, la parte correspondiente a Cristo.

Solamente los diáconos piden la bendición del celebrante antes del canto de la Pasión, como se hace antes del Evangelio.



PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN MARCOS (14, 1-15, 47)




Andaban buscando apresar a Jesús a traición y darle muerte

Faltaban dos días para la fiesta de Pascua y de los panes ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando una manera de apresar a Jesús a traición y darle muerte, pero decían: "No durante las fiestas, porque el pueblo podría amotinarse".

Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura

Estando Jesús sentado a la mesa, en casa de Simón el leproso, en Betania, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y derramó el perfume en la cabeza de Jesús. Algunos comentaron indignados: "¿A qué viene este derroche de perfume? Podía haberse vendido por más de trescientos denarios para dárselos a los pobres". Y criticaban a la mujer; pero Jesús replicó: "Déjenla. ¿Por qué la molestan? Lo que ha hecho conmigo está bien, porque a los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden socorrerlos cuando quieran; pero a mí no me tendrán siempre. Ella ha hecho lo que podía. Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el Evangelio, se recordará también en su honor lo que ella ha hecho conmigo".

Le prometieron dinero a Judas Iscariote

Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero; y él andaba buscando una buena ocasión para entregarlo.

¿Dónde está la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?

El primer día de la fiesta de los panes ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?". El les dijo a dos de ellos: "Vayan a la ciudad. Encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en donde entre: ‘El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?’. Él les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena". Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y prepararon la cena de Pascua.

Uno de ustedes, que está comiendo conmigo, me va a entregar

Al atardecer, llegó Jesús con los Doce. Estando a la mesa, cenando, les dijo: "Yo les aseguro que uno de ustedes, uno que está comiendo conmigo, me va a entregar". Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro: "¿Soy yo?". Él respondió: "Uno de los Doce; alguien que moja su pan en el mismo plato que yo. El Hijo del hombre va a morir, como está escrito: pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre! ¡Más le valiera no haber nacido!".

Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre, sangre de la nueva alianza

Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen: esto es mi cuerpo". Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo: "Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios".

Antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres

Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos y Jesús les dijo: "Todos ustedes se van a escandalizar por mi causa; como está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas; pero cuando resucite iré por delante de ustedes a Galilea". Pedro replicó: "Aunque todos se escandalicen, yo no". Jesús le contestó: "Yo te aseguro que hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, tú me negarás tres". Pero él insistía: "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré". Y los demás decían lo mismo.

Empezó a sentir terror y angustia

Fueron luego a un huerto, llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: "Siéntense aquí mientras hago oración”. Se llevo a Pedro, a Santiago y a Juan; empezó a sentir terror y angustia, y les dijo: "Tengo el alma llena de una tristeza mortal. Quédense aquí, velando". Se adelantó un poco, se postró en tierra y pedía que, si era posible, se alejara de Él aquella hora. Decía: "Padre, tú lo puedes todo: aparta de mí este cáliz. Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".

Volvió a donde estaban los discípulos, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro: "Simón, ¿estás dormido? ¿No has podido velar ni una hora? Velen y oren, para que no caigan en la tentación. El espíritu está pronto, pero la carne es débil". De nuevo se retiró y se puso a orar, repitiendo las mismas palabras. Volvió y otra vez los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados de sueño; por eso no sabían qué contestarle. Él les dijo: "Ya pueden dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora. Miren que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya está cerca el traidor".

Deténganlo y llévenlo bien sujeto

Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él, gente con espadas y palos, enviada por los sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles: "Al que yo bese, ése es. Deténganlo y llévenselo bien sujeto". Llegó, se acercó y le dijo: "Maestro", y lo besó. Ellos le echaron mano y lo apresaron. Pero uno de los presentes desenvainó la espada y de un golpe le cortó la oreja a un criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo: "¿Salieron ustedes a apresarme con espadas y palos, como si se tratara de un bandido? Todos los días he estado entre ustedes, enseñando en el templo y no me han apresado. Pero así tenía que ser para que se cumplieran las Escrituras". Todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, envuelto nada más con una sabana y lo detuvieron; pero él soltó la sábana y se les escapó desnudo.

¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?

Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote y se reunieron todos los pontífices, los escribas y los ancianos. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del patio del sumo sacerdote y se sentó con los criados, cerca de la lumbre, para calentarse.

Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban una acusación contra Jesús para condenarlo a muerte y no la encontraban. Pues, aunque muchos presentaban falsas acusaciones contra Él, los testimonios no concordaban. Hubo unos que se pusieron de pie y dijeron: "Nosotros lo hemos oído decir: ‘Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro, no edificado por hombres’ ". Pero ni aun en esto concordaba su testimonio. Entonces el sumo sacerdote se puso de pie y le preguntó a Jesús: "¿No tienes nada que responder a todas esas acusaciones?". Pero Él no le respondió nada. El sumo sacerdote le volvió a preguntar: "¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?". Jesús contestó: "Sí lo soy. Y un día verán cómo el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y cómo viene entre las nubes del cielo". El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras exclamando: "¿Qué falta hacen ya más testigos? Ustedes mismos han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?". Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle, y tapándole la cara lo abofeteaban y le decían: "Adivina quién fue", y los criados también le daban de bofetadas.

No conozco a ese hombre del que ustedes hablan

Mientras tanto, Pedro estaba abajo, en el patio. Llegó una criada del sumo sacerdote, y al ver a Pedro calentándose, lo miró fijamente y le dijo: "Tú también andabas con Jesús Nazareno”. El lo negó, diciendo: “Ni se ni entiendo lo que quieres decir". Salió afuera hacia el zaguán, y un gallo cantó. La criada, al verlo, se puso de nuevo a decir a los presentes: "Ése es uno de ellos". Pero él lo volvió a negar. Al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro: "Claro que eres uno de ellos, pues eres Galileo". Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar: "No conozco a ese hombre del que hablan". En seguida, cantó el gallo por segunda vez. Pedro se acordó entonces de las palabras que le había dicho Jesús: ‘Antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres’, y rompió a llorar.

¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?

Luego que amaneció, se reunieron los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el sanedrín en pleno para deliberar. Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Éste le preguntó: "¿Eres tú el rey de y los judíos?". Él respondió: "Sí lo soy". Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo: "¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan". Jesús ya no le contestó nada, de modo que Pilato estaba muy extrañado.

Durante la fiesta de Pascua, Pilato solía soltarles al preso que ellos pidieran. Estaba entonces en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en un motín. Vino la gente y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les dijo: "¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?". Porque sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato les volvió a preguntar: "¿Y qué voy a hacer con el que llaman rey de los judíos?". Ellos gritaron: "¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "Pues ¿qué mal ha hecho?". Ellos gritaron más fuerte: "¡Crucifícalo!".

Pilato, queriendo dar gusto a la multitud les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran.

Le pusieron una corona de espinas

Los soldados se lo llevaron al interior del palacio, al pretorio, y reunieron a todo el batallón. Lo vistieron con un manto de color púrpura, le pusieron una corona} de espinas que habían trenzado, y comenzaron a burlarse 1.2 de Él, dirigiéndole este saludo: "¡Viva el rey de los judíos!". Le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante Él. Terminadas las burlas, le quitaron aquel manto de color púrpura, le pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo.

Llevaron a Jesús al Gólgota

Entonces forzaron a cargar la cruz a un individuo que pasaba por ahí de regreso del campo, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir "lugar de la Calavera"). Le ofrecieron vino con mirra, pero Él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echando suertes para ver qué le tocaba a cada uno.

Fue contado entre los malhechores

Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: "El rey de los judíos". Crucificaron con Él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: Fue contado entre los malhechores.

Ha salvado a otros y a si mismo no se puede salvar

Los que pasaban por ahí, lo injuriaban meneando la cabeza y gritándole: "¡Anda! Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo y baja de la cruz”. Los sumos sacerdotes se burlaban también de ÉL y le decían: "Ha salvado a otros, pero a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos". Hasta los que estaban crucificados con Él también lo insultaban.

Y dando un fuerte grito, Jesús expiró

Al llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. Y a las tres, Jesús gritó con voz potente: "Eloi, Eloí, ¿lema sabactani?" (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). Algunos de los presentes, al oírlo, decían: "Miren, está llamando a Elías". Uno corrió a empapar una esponja en vinagre, la sujetó a un carrizo y se la acercó para que bebiera, diciendo: "Vamos a ver si viene Elías a bajarlo". Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes.

Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. El oficial romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo: "De veras este hombre era Hijo de Dios".

Había también ahí unas mujeres que estaban mirando todo desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María (la madre de Santiago el menor y de José) y Salomé, que cuando Jesús estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y además de ellas, otras muchas que habían venido con Él a Jerusalén.

José tapó con una piedra la entrada del sepulcro

Al anochecer, como era el día de la preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro distinguido del sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios. Se presentó con valor ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que ya hubiera muerto, y llamando al oficial, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el oficial, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cadáver, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro excavado en una roca y tapó con una piedra la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, se fijaron en dónde lo ponían.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.



O bien: Forma breve

PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MARCOS (15, 1-39)



¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?

Luego que amaneció, se reunieron los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el sanedrín en pleno para deliberar. Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Éste le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?". Él respondió: "Sí lo soy". Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo: "¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan". Jesús ya no le contestó nada, de modo que Pilato estaba muy extrañado.

Durante la fiesta de Pascua, Pilato solía soltarles al preso que ellos pidieran. Estaba entonces en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en un motín. Vino la gente y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les dijo: "¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?". Porque sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato les volvió a preguntar: "¿Y qué voy a hacer con el que llaman rey de los judíos?". Ellos “¡Crucifícalo!”. Pilato les dijo “Pues ¿que mal ha hecho?". Ellos gritaron más fuerte: "Crucifícalo!". Pilato, queriendo dar gusto a la multitud, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran.

Le pusieron una corona de espinas

Los soldados se lo llevaron al interior del palacio, al pretorio, y reunieron a todo el batallón. Lo vistieron con un manto de color púrpura, le pusieron una corona de espinas que habían trenzado y comenzaron a burlarse de Él, dirigiéndole este saludo: "¡Viva el rey de los judíos!". Le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblan las rodillas, se postraban ante Él. Terminadas las burlas, le quitaron aquel manto de color púrpura, le pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo.

Llevaron a Jesús al Gólgota

Entonces forzaron a cargar la cruz a un individuo que pasaba por ahí de regreso del campo, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir "lugar de la Calavera"). Le ofrecieron vino con mirra, pero El no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echando suertes para ver qué le tocaba a cada uno.

Fue contado entre los malhechores

Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: "El rey de los judíos". Crucificaron con Él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: Fue contado entre los malhechores.

Ha salvado a otros y a sí mismo no se puede salvar

Los que pasaban por ahí lo injuriaban meneando la cabeza y gritándole: "¡Anda! Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo y baja de la cruz". Los sumos sacerdotes se burlaban también de Él y le decían: "Ha salvado a otros, pero a si mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos". Hasta los que estaban crucificados con El también lo insultaban.

Y dando un fuerte grito, Jesús expiró

Al llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. Y a las tres, Jesús gritó con voz potente: "Eloí, Eloí, ¿lemá sabactani?". (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). Algunos de los presentes, al oírlo, decían: "Miren, está llamando a Elías". Uno corrió a empapar una esponja en vinagre, la sujetó a un carrizo y se la acercó para que bebiera, diciendo: "Vamos a ver si viene Elías a bajarlo". Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes.

Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. El oficial romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo: "De veras este hombre era Hijo de Dios".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Después de la lectura de la Pasión, puede tenerse, si se cree oportuno, una breve homilía,

Credo

PLEGARIA UNIVERSAL


Oremos ahora con fe, y pidamos que la vida nueva que nace de la cruz de Jesús llegue al mundo entero.

Después de cada petición diremos cantando: Señor, ten piedad (o bien: Kyrie, eléison).


Por la Iglesia santa de Dios. Que aprenda a vivir con espíritu de amor y de entrega, como Jesús. Oremos.

Por todos los hombres. Que se apiade de ellos y les conceda el arrepentimiento a cuantos viven apartados del bien. Oremos.

Por todos los que sufren. Que inspire sentimientos de caridad a los que tienen riqueza y multiplique los frutos de la tierra. Oremos.

Por nosotros y cuantos buscan sinceramente a Dios. Que recibamos la plenitud de su perdón. Oremos.

Escucha, Señor Jesús, la oración confiada que te dirigimos. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que la pasión de tu Hijo, actualizada en este santo sacrificio que vamos a ofrecerte, nos alcance, Señor, de tu misericordia el perdón que no podemos merecer por nuestras obras. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.


El cual siendo inocente, se dignó padecer por los pecadores y fue injustamente condenado por salvar a los culpable; con su muerte borró nuestros delitos y, resucitando conquistó nuestra justificación.

Por eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con voces de Júbilo diciendo:

ANTIFONA DE LA COMUNIÓN Mt 26, 42

Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu hijo nos das la esperanza de alcanza lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO


Dios y Padre nuestro, mira con bondad a esta familia tuya, por la cual nuestro Señor Jesucristo no dudó en entregarse a sus verdugos y padecer el tormento de la cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor



Published in: on 23 marzo, 2024 at 15:28  Deja un comentario  

LECTURAS DEL SÁBADO V DE CUARESMA 23 DE MARZO (MORADO)

 

"Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca".




Feria, sábado V de Cuaresma  MR, pp. 238 (256). 722 (710); Lecc. I. p. 799


 SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO OBISPO

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 21, 20. 7

Tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven aprisa a ayudarme; pues yo soy un gusano, no un hombre, despreciado por la gente y rechazado por el pueblo.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que hiciste que todos los renacidos en Cristo, vinieran a ser linaje escogido y sacerdocio real, concédenos querer y poder cumplir lo que mandas, para que tu pueblo, llamado a la vida eterna, tenga unidos sus corazones en una misma fe y actúe movido por el mismo amor. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Haré de ellos un solo pueblo.

Del libro del profeta Ezequiel: 37, 21-28

Esto dice el Señor Dios: "Voy a recoger de las naciones a donde emigraron, a todos los israelitas; de todas partes los congregaré para llevarlos a su tierra. Haré de ellos un solo pueblo en mi tierra, en los montes de Israel; habrá un solo rey para todos ellos y nunca más volverán a ser dos naciones, ni a dividirse en dos reinos. Ya no volverán a mancharse con sus ídolos, sus abominaciones y con todas sus iniquidades; yo los salvaré de las infidelidades que cometieron y los purificaré; ellos van a ser mi pueblo y yo voy a ser su Dios.

Mi siervo David será su rey y todos ellos no tendrán más que un pastor; cumplirán mis mandamientos y pondrán por obra mis preceptos. Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob y en la que habitaron los padres de ustedes, y ahí vivirán para siempre ellos, sus hijos y sus nietos; mi siervo David será su rey para siempre. Voy a hacer con ellos una alianza eterna de paz. Los asentaré, los haré crecer y pondré mi santuario entre ellos para siempre. En medio de ellos estará mi templo: yo voy a ser su Dios y ellos van a ser mi pueblo.

Las naciones sabrán que yo soy el Señor que santifica a Israel, cuando vean mi santuario en medio de ellos para siempre".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Jeremías 31

R/. El Señor cuidará a su pueblo como un pastor a su rebaño.

Escuchen, pueblos, la palabra del Señor, anúncienla aun en las islas más remotas: "El que dispersó a Israel lo reunirá y lo cuidará como el pastor a su rebaño". R/.

Porque el Señor redimió a Jacob y lo rescató de las manos del poderoso. Ellos vendrán para aclamarlo al monte Sión y vendrán a gozar de los bienes del Señor. R/.

Entonces se alegrarán las jóvenes, danzando; se sentirán felices jóvenes y viejos, porque yo convertiré su tristeza en alegría, los llenaré de gozo y aliviaré sus penas. R/.



ACLAMACIÓN  Ez 18, 31




R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Purifíquense de todas sus iniquidades; renueven su corazón y su espíritu, dice el Señor. R/.

Jesús debía morir para congregar a los hijos de Dios, que estaban dispersos.

Del santo Evangelio según san Juan: 11, 45-56

En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y decían: "¿Qué será bueno hacer? Ese hombre está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, van a venir los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación".

Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: "Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca". Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel día tomaron la decisión de matarlo.

Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos.

Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas llegaron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús en el templo y se decían unos a otros: "¿Qué pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?"

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que te sea aceptable, Señor, la ofrenda de nuestro ayuno, para que, purificados, nos haga dignos de tu gracia y nos lleve a participar de los bienes prometidos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de la Pasión del Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 11, 52

Cristo fue entregado a la muerte, para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, suplicamos a tu majestad que así como nos nutres con el sagrado alimento del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, nos hagas participar de la naturaleza divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Opcional.

Ten misericordia, Señor, de tu Iglesia suplicante y mira compasivo a quienes se inclinan de corazón ante ti, para que no permitas que los que redimiste con la muerte de tu Unigénito, queden expuestos al pecado ni consientas que los opriman las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Algunas notas pastorales para el Domingo de Ramos:

I. En todas las Misas, incluso en las vespertinas del sábado se ha de hacer la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén, con alguna de las tres formas indicadas en el Misal.

II. No está permitida la bendición de ramos sin la procesión por lo menos, del celebrante con sus ministros.

III. Si hay inconvenientes muy graves, se puede omitir la primera o segunda lectura, o incluso las dos. En cambio, es obligatorio, en todas las Misas, la lectura de la Pasión, por lo menos en su forma breve.

IV. Antes de empezar la lectura de la Pasión, no se dice: El Señor esté con ustedes, ni se signa el evangelio; terminada la lectura, en cambio, se dice: Palabra del Señor, pero no se besa el libro.

Published in: on 22 marzo, 2024 at 15:11  Deja un comentario